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Detrás de un gran presentador

Hay programas que uno no se imagina sin su cara visible, sin su presentador. Es cierto que eso ocurría más en tiempos pretéritos, cuando la competencia no era tan brutal y los canales pasaban de uno a otro y poco más. Los más veteranos no recordarán, por ejemplo, «El tiempo es oro» sin Constantino Romero. Pero no nos vayamos tan atrás. Vengamos a nuestros días. Bueno, a los casi últimos 21 años.

Sí, hablo de «Saber y ganar», el espacio que cada día, sin descanso, «non stop», de lunes a domingo presenta el incansable Jordi Hurtado en La 2, que la única baja que el pobre hombre se ha cogido en su vida fue objeto de páginas y páginas. ¿Alguien puede pensar en un «Saber y ganar» sin el presentador más motivado de la historia de la televisión? Porque sí, Hurtado rezuma ilusión cada vez que se enciende el pilotito rojo de su cámara. Hurtado es el padre de todos los «coaches» del universo. El amo de la motivación laboral. Después de 21 años su entusiasmo no ha decaído ni una décima. ¿Se imaginan a Hurtado presentando, yo que sé, «Gran hermano», «Operación Triunfo» o «Boom»? No, por favor. Bueno, «Boom» igual no sería descabellado.

Cuando empecé a escribir estas líneas tanto «El tiempo es oro» como «Saber y ganar» fueron los dos primeros programas que se me vinieron a la cabeza. He de reconocer que del espacio de Constantino Romero tengo recuerdos lejanos pero al rebuscar en documentación he descubierto que la mano detrás de ambos espacios es la misma: Sergi Schaaf, un veterano de RTVE que ha sabido dejar impronta en los espacios que ha dirigido al elegir con mucho tino a quien ponía delante de la cámara.

Schaaf, como habrán imaginado, no es un jovencito que apuesta por formatos adaptados de otros países. Schaaf tiene ya 80 años y ahí está desde los años 60 vinculado a la pública y a la que ha dado alguno de sus mayores éxitos, entre los que se encuentra además «Si lo sé no vengo», también con Hurtado, que además de motivado parece haberse convertido en el talismán del realizador catalán.

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