El tiempo inicial dado por el vicesecretario de Organización, Fernando Martínez-Maillo, a la gestora del PP provincial de Valencia se va consumiendo; a finales de año habrá expirado y mi pronóstico inicial de que se prorrogaría parece que se cumplirá. La situación no es fácil e Isabel Bonig, presidenta regional, hizo sus cálculos desde el principio.

La alternativa a la prórroga pasaba por un replanteamiento total de las posturas de los candidatos que permitiera convocar el congreso antes de que acabara el año año, posibilitando en el inicio del 2018 la celebración del resto de cónclaves locales. Todo ello a un año de las elecciones municipales y autonómicas. Pero las señales no presagiaban acuerdos entre candidatos y el silencio mantenido entre ellos estos meses indica que no se han olvidado ni los choques ni las descalificaciones personales del pasado.

A poco que se conozca el funcionamiento presidencialista del PP, era fácil prever que Bonig, con el obligado consentimiento de Génova, llevaría sus naves hacia su propio Lepanto electoral, para jugarse su futuro político en los próximos comicios. El tiempo corre a su favor, pues a nadie se le escapa que entramos en la cuenta atrás de las elecciones autonómicas y, en tales circunstancias, nadie va a querer entrar en guerra de resultado incierto. Es preferible la prórroga de la gestora y esperar resultados.

Le bastarían a Bonig unos resultados electorales dignos, sin necesidad de una aplastante victoria, para tener entonces libertad para diseñar a su medida el congreso provincial y los locales, premiando a leales y segando democráticamente a los que no. Vicente Betoret, María José Penadés y Mari Carmen Contelles, los tres aspirantes a liderar la provincia, parecen haber asumido que la celebración de su congreso tendrá que esperar.

Ahora bien, pueden surgir problemas cuando los componentes de la gestora tengan que hacer frente a la organización electoral, pues hay que reactivar todas las sedes locales de la provincia. La mayor dificultad será designar a los candidatos sin el respaldo democrático que otorga un congreso. No, no resultará fácil para los candidatos presentarse sin el necesario traje de confianza dado por el voto de la militancia y respaldados, no hay que olvidarlo, por ejecutivas creadas en unos tiempos para olvidar. Y sin apenas tiempo, e independientemente de lo que ocurra en las urnas en 2019, el PP valenciano tendrá que hacer frente sólo un año después a elecciones generales, si no ha habido antes acontecimientos que las precipiten. Apretado calendario político para los populares en momentos con demasiada inestabilidad.