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Cuando muera quiero ir al cielo de los animales

Nuestras acciones diarias, por pequeñas que sean, determinan el rumbo de nuestro planeta. Un gesto de cariño, una buena acción, o lo contrario, transmite una vibración invisible pero que causa un efecto.

Esta semana hubo avances respecto al cuidado de nuestros animales y de la naturaleza. Cuidar de nuestros animales es cuidar de sus ecosistemas, es decir, lo mismo que cuidarnos a nosotros mismos, cuidar de nuestro planeta.

Se aprueba por unanimidad la ley que decreta que los animales son considerados seres vivos con derechos y no meros objetos a merced del hombre. Ya se barajan términos como el bienestar animal en caso de divorcio de las parejas con mascotas y de la posibilidad de recurrir a custodias compartidas. Aunque una no pueda evitar pensar que llega un poco tarde, todos los logros en esta dirección hay que celebrarlos.

Las redes sociales son el instrumento perfecto para concienciar a la población de la urgencia de cuidar de nuestro planeta. Gracias a ellas, los ciudadanos estamos mucho más sensibilizados contra el maltrato animal. He perdido la cuenta de la multitud de vídeos que han pasado por mis pupilas en estos años, vídeos en los que se ve a cachorros abandonados en vertederos, a perros con los ojos grapados o la piel bañada en pegamento, a lobos ahorcados, elefantes mutilados, orangutanes quemados y violados, delfines asfixiados.

Esta semana muchos lloramos la muerte de un oso polar que agonizaba por hambre en el ártico, y padecimos por un tiburón torturado por unos niñatos que habían decidido que era divertido filmar al pobre animal haciendo esquí acuático. El tiburón murió por las múltiples contusiones provocadas en el intento. En fin, la crueldad humana es infinita pero expuesta en redes puede contrarrestarse fácilmente. No debemos olvidar que somos muchas más las personas que creemos en cuidar del planeta.

A menudo los sicópatas, antes de asesinar a personas, entrenan con animales. Y debido a su perfil narcisista, muestran a sus víctimas como si de piezas de caza se trataran. Al compartirlo, el resto podemos expresar nuestro rotundo rechazo, o incluso denunciarles. Ningún indicio de tortura debe ser pasado por alto. También creo que, como madres, tías y abuelas, deberíamos proponernos acercar a los niños a la naturaleza. Enseñarles desde pequeños a que la respeten y amen, casi como si de una religión se tratara.

Nunca olvidaré la gran labor del naturalista Félix Rodríguez de la Fuente que nos transmitió a muchos niños de los años ochenta lo que era el respeto más profundo por nuestro planeta. Gracias a él, siempre que me preguntan cuál es mi dios yo respondo que la Naturaleza. Y también añado que cuando me muera quiero ir al cielo de los animales que seguramente es donde está Félix.

Cada día en la tierra se extinguen alrededor de 10 especies de vida (animal, vegetal, hongos€). Hasta cierto punto esta extinción forma parte de la evolución pero deberíamos esforzarnos por sobrevivir como especie causando mucho menos daño. Y más ahora que disponemos de la tecnología y los conocimientos necesarios para lograrlo. Considero, pues, que en esta línea aún hay mucho camino que andar, y desgraciadamente el tiempo no está de nuestro lado. Durante la cumbre climática celebrada recientemente en París, el presidente francés Emmanuel Macron ha admitido que estamos perdiendo la batalla al cambio climático. Hace veinte años los políticos tenían la excusa de no tener toda la información al respecto pero ahora todos estamos informados y somos conscientes de que nos encontramos frente a la gran amenaza de nuestra era, dijo Macron. Bueno, todos son conscientes menos el señor Trump que va por libre y tiene una actitud irresponsable, egocéntrica, y cortoplacista. Espero que nuestro gobierno tome buena nota de todo esto, cumpla con todos los acuerdos y siga en la línea de decretar leyes que favorezcan la protección del medio ambiente. Esa es, sin duda, la mejor apuesta de futuro.

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