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Javier Cuervo

El papel de regalo

La gran industria de las navidades es el papel de regalo, que envuelve todo: el estuche del anillo de oro y la caja del televisor de 65 pulgadas. Las navidades son todo envoltorio: la música y las luces de la calle son el envoltorio que induce a ver el escaparate que es el papel de regalo de lo que contiene la tienda que es donde compramos el regalo y nos regalan el papel que lo envuelve.

El de regalo es un papel teatral que representa de manera brillante, en general, al regalo, con algo de pompa operística (ahora que tantas óperas se envuelven en el papel de regalo de la escenografía) la alegría de una comedia colorista y la tensión de intriga del contenido.

Las navidades anuncian mucha sorpresa, valga la contradicción porque una sorpresa advertida deja de serlo y por eso también simulamos mucha intriga - "¡qué será, qué emoción!"- delante del papel que envuelve un regalo.

Todos reconocemos la importancia del papel del regalo porque alguna vez, inseguros de la elección de un obsequio, hemos caído en la trampa vendedora de "te lo envuelvo mono y ya verás qué bien quedas".

Psicológicamente, en el papel de regalo queda escrita nuestra capacidad de demora de la recompensa, tanto en los que destrozan el papel como en los que lo despegan con todo celo, (porque el papel de regalo también es regalo).

Industrialmente, el papel de regalo es lo que más se vende en navidades y laboralmente, todos los contratados para envolver y vender esos regalos son un obsequio para la estadística de empleo que recibe el gobierno en papel estadístico y con el que envuelve un mes al año esta realidad laboral de estraza, esta temporalidad invernal, esta flexibilidad horaria, esta miserabilidad salarial.

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