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Javier Cuervo

Los mayores se han vuelto chicos

En el campo se nacía tú y se moría usted. En los últimos siglos, los poderosos vivían en el usted y los menesterosos en el tú. En la lógica de la sociedad de mercado el trato de cortesía lo imponen los vendedores. El low cost tutea, pero ni en un hotel de cinco estrellas, ni en una alta joyería se saluda "hola, chicos" ni a los chicos. En los bancos suizos se trata de usted en todos los idiomas cotizados. En los bares y en las tiendas corrientes, dependientes y camarero jóvenes (y "jóvenes", claro) saludan con un "¿qué queréis, chicos?" al margen de la edad del cliente. A los niños del inicio de los setenta no los trataban así desde que María Luisa Seco presentaba "Un globo, dos globos, tres globos", programa infantil.

En los últimos 60 años los niños han pasado de ser unos tuteados a los que se ordenaba y gritaba a ser tratados como dibujos animados ("Hola, pitufito") que se dirigen al maestro por el nombre y de superior (con todos los derechos) a inferior (con todos los deberes). Cuando los niños de antes dejaban de serlo eran tú si empezaban a trabajar. Si iban a la Universidad eran usted para el catedrático y tú para el profesor.

La sociedad de mercado aprecia el dinero y la juventud, que es patrón de riqueza y un capital que se va gastando. Cuanto más se envejece en la vida, más se rejuvenece en el trato. Hoy es "hola, chicos" y hace 15 años "¿Qué desea caballero?", "¿Qué desea, señora?". El "caballero" (que era un tratamiento y un ponche del franquismo) fue una blasfemia durante la transición, la movida y todo el felipismo, cuando se acuñó el tuteo de cargo: "mira, ministro". Ahora nos han apeado el trato de caballero como si nos hubiéramos apeado del caballo y hemos pasado a "chicos", una edad de la que la vida nos descabalgó.

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