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A Monegal le pido algo más

Este sábado noche, pudimos ver a Ferran Monegal en La Sexta, argumentando las diferencias entre las líneas editoriales de TVE y TV3. «TV3 hace un uso más inteligente desde el punto de vista de la perversión», aseguró Monegal. No entraré a juzgar esta frase, pero me parece un ejercicio muy ventajista el de La Sexta, atreviéndose a dar lecciones a los demás compañeros y haciéndolo a través del crítico de la radio del propio grupo. Un dejarse hacer poco valiente por parte del brillante Monegal, al que nunca dejo de escuchar cuando lo detecto en la radio, pero que nos obliga a tener que hablar de él en este espacio, como forma de compensar el mismo ventajismo.

Lo que más se le podría cuestionar a Monegal es su retintín predicador y cierta incontinencia a la hora de soltar onomatopeyas de aprobación o rechazo que le ahorran tener que argumentar con mayor profundidad. En este error caemos muchos de los que nos dedicamos a interpretar la actualidad, yo el primero. En su caso, lon atajos de estilo definen el lado más pintoresco del personaje.

En cambio, una aportación más sólida y un legado más perdurable de Monegal ha sido propiciar la confrontación de argumentos entre crítico y criticados. En su programa de Barcelona TV regaló momentos vivos y especialmente tensos, que demostraron las susceptibilidades irreconciliables entre los que hacen televisión y los que la comentan. Ese es el Monegal al que admiro, a pecho descubierto, no el del sábado por la noche, desde la barrera.

Otro mérito de Monegal ha sido convertirse en sujeto criticable, sin renunciar a su condición de crítico. Precisamente, el hecho de que un humilde plumilla como yo le dedique esta columna, solo engrandece su figura. Por toda esta admiración que siento por Monegal, me duele que se deje llevar por clichés obvios sobre los medios de la competencia, en los que cualquier otro crítico caería por inercia y pereza mental. A Monegal, sin embargo, siempre le pediré algo más.

En cualquier caso, querido lector de los lunes, me gustaría que quedara patente, como resumen, mi admiración hacia la mirada zoológica de este señor, que le ha permitido analizar el medio televisivo con el ceño distante de un naturalista. El recurso de comparar profesionales de la tele con pájaros y ratones me parece sencillamente magistral. En el fondo, aunque nos creamos algo, solo somos un hámster dando vueltas sobre una ruedecita.

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