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La regresión de España

En el psicoanálisis sabemos que se produce una regresión cuando hay conflictos que parecen insolubles en el presente y por ello se retrocede emocionalmente al pasado. Si pensamos en la situación de España cabe preguntarse que parece insoluble en los últimos años. Algo bastante fácil de responder: conceder a Cataluña más autonomía y en estos momentos la independencia. Una cuestión tan difícil que España parece haber vuelto al período de transición. Que eso sea así no es casualidad sino tiene que ver con la desconfianza hacia aspectos centrales que se delimitaron en aquella época: la monarquía y el fuerte centralismo de hecho . Los dos son la herencia del franquismo.

Un buen ejemplo de cómo el pasado puede dominar el presente es la expresión que tanto se ha utilizado últimamente del «a por ellos». Unos días antes del Referéndum del 1 de octubre en Cataluña se escucharon en Murcia los gritos de "a por ellos" cuando una multitud de gente despedía a los cuerpos de policía que se dirigían a Cataluña. Este grito de guerra contra los catalanes no era la primera vez que se oía en España. En la guerras coloniales el gobierno le expresó de esa forma «a por ellos» al Admiral Cervera sus deseos de vencer, y aunque todo hacia ver que venía la catástrofe, él tuvo que seguir hasta el final sin cambiar la estrategia. Se perdieron Cuba, Filipinas y Puerto Rico, las últimas colonias.

Era el año 1898. Pero la historia nos lleva hasta 1609 en València cuando tras decretar la ley de expulsión de los moriscos de la tierra que vivían desde hacía 700 años con el grito de «a por ellos» los buscaban para matarlos o tomarlos como esclavos. Todo eso después de haberles quitado todo su poder económico (posesiones, dinero etc.). Pagaban 60 liras si los «cazaban» vivos y 30 liras si los traían muertos. Desde 1492 a 1609 hubieron muchas leyes y decretos para anularlos y finalmente expulsarlos. Cuando ahora Xavier García Albiol, secretario general del PP de Barcelona grita la frase de guerra del «a por ellos», siendo catalán, podríamos pensar que ve a su propio pueblo como enemigo a destruir y parece mostrar su incapacidad de diálogo y respeto. Probablemente se trata de una identificación con el agresor como describió Freud hace más de cien años.

En 1898 el imperio español perdió las últimas colonias y esta pérdida supuso un «maximal impact» para todos los españoles, pero especialmente para los militares, que se sentían fracasados, desacreditados y deshonrados. A partir de ese momento, tuvo que hacerse lo imposible para incrementar el orgullo de los españoles especialmente de los militares.

El orgullo español tan conocido en el extranjero es una inversión del sentimiento de fracaso y deshonra. El honor herido se dirigió a partir de ese momento contra las autonomías, no fuera, sino dentro de España. Ahora había que enfrentarse contra las reivindicaciones de las naciones y pueblos de España. Calvo Sotelo dijo 1935 al grupo vasco: «yo tengo un sentido ampliamente autonomista ... pero mientras pienso así, mientras hablo así ... yo afirmo que entregaros el Estatuto en totalidad o en parte, sería un verdadero crimen de lesa patria». Hoy se escuchan cosas parecidas de los políticos de izquierda y de derecha del Estado español en relación al derecho a un referéndum o al derecho de autodeterminación de Cataluña. El historiador Díaz Plaja, que pudo escribir en el franquismo y no era especialmente crítico, describió en tiempos de la dictadura sobre la España de los años 30 de la siguiente forma: «Se trataba de un intento consciente de humillar a la región más progresista de España (Cataluña), la europea por excelencia». El orgullo herido, la humillación por no haber sabido enfrentarse en aquel entonces a la autodeterminación de las colonias y haberlas perdido no fue digerido y asimilado por el pueblo español. A eso hay que añadir las terribles consecuencias de la guerra civil y del estado del miedo, de la intimidación y del terror de la dictadura de Franco. Se intentó destruir la lengua, anular las instituciones y suprimir los ritos catalanes. En aquel entonces los militares compensaron la pérdida de las colonias ganando la guerra civil y obteniendo el poder sobre el gobierno democrático republicano pero también sobre las demás naciones de España. Ganó la irracionalidad produciendo un daño terrible a millones de españoles y a España. Aunque aún hoy hay mucha gente que con posturas semejantes creen defender a España.

Todo ello son aspectos de nuestra historia que no han sido asimilados sino silenciados con frecuencia con ayuda de la ley, del miedo y de la fuerza. De esa forma, nos encontramos ahora con diferentes capas problemáticas que actúan con fuerte intensidad complicando la situación en España y su relación con Cataluña. Poner en duda hoy el centralismo español y querer dar a Cataluña una posición real de sujeto político reactualiza de nuevo la autopercepción de perder «el honor de la patria». Se cree tener que volver a luchar por la «gran España» en lugar de tomar una posición moderna, democrática y racional como por ejemplo Alemania hizo reconociendo sus fracasos históricos y las brutalidades en la guerra y con el Holocausto. «La pequeña España», la que pierde territorio porque no sabe pactar y reconocer a las naciones se esta convirtiendo en un problema ya crónico. En lugar de asimilar el duelo por los fracasos se despierta de nuevo una fuerte tendencia al centralismo. La incapacidad de superar el duelo (A. Mtscherlich) de los españoles hace imposible pensar en las causas de los fracasos, cierra la puerta de la razón y abre la de la brutal repetición histórica, la del odio y la del «a por ellos».

Una integración bajo el principio de la diversidad de pueblos y naciones era y parece hoy todavía inimaginable. Para los gobernantes y militares parece ser que fue mejor perder las colonias, ahora Cataluña, que pensar razonablemente y aceptarlas como sujetos políticos, darles poder y concesiones. Ahora Cataluña alza la voz y no se deja tratar como un niño inmaduro y menor de edad. España y Europa se enfrentan al riesgo de responder con actitudes postcoloniales en vez de reconocer la diversidad de las regiones, de los pueblos , de potenciar la fuerza integradora y de la razón. Como decía Goya «el sueño de la razón crea monstruos».

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