Anteayer fueron publicados por parte de la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) los valores de la pluviometría del pasado otoño, los datos muestran como respecto a la media de lluvia acumulada en el periodo de otoño de las últimas décadas, este año ha resultado haber un déficit del 80% de precipitación, habiendo incluso zonas de las provincias de Castellón y València en las que la lluvia acumulada no llega al 10% del promedio climático. En el conjunto del estado este otoño -estadísticamente la estación más lluviosa- ha sido el tercero más seco desde el año 1965.

Debido a nuestro tipo de clima Mediterráneo, la vegetación y en parte nuestro abastecimiento está adaptado a esta variabilidad de la pluviometría y tal vez por eso podemos estar tranquilos respecto al tema de la falta de agua, o tal vez no. Si nos paramos a pensar un poco es posible que consideremos que el ejemplo de otra región también periférica del Sahara, mayor desierto en extensión del planeta, pueda resultar inspirador para nuestro avanzado y tecnológico primer mundo. Porque más allá de lo que nos caiga del cielo lo que tenemos en realidad en nuestra mano como gran responsabilidad es la manera que lo gestionamos. Así, mientras en toda la región del Sahel los agricultores perdían una cosecha tras otra por la falta de agua y el viento del desierto y no encontraban más solución que excavar pozos más hondos; en una aldea del Sahel un solo hombre, Yacouba Sawadogo, rescató y mejoró una vieja manera de gestionar la agricultura, nos referimos a la técnica Zaï. La técnica que usó este avezado agricultor consistía en una anodina labor de excavar agujeros en sus campos para llenarlos de estiércol, esta labor que ocasionaba las burlas y risas de sus convecinos. Esto, junto con su costumbre de plantar árboles, se ha convertido en la solución en mayúsculas para la supervivencia de la población a orillas del Sahara y ha sido copiada por la mayor parte de los agricultores del Sahel, incluso aquellos que en su momento se rieron de su método.

A estas orillas del Sahara no existen termitas a las que atraer con el estiércol para hacer más poroso el suelo y retener el agua de lluvia, por tanto la técnica Zaï usada por Sawadogo no puede ser efectiva. No obstante, no deja de ser inspirador su ejemplo para buscar más allá de nuestras narices una solución al proceso de desertificación y degradación de tierras de cultivo que estamos sufriendo, puesto que como en su momento en el Sahel aquí ahora solo vemos la solución pidiendo más agua.