Cuando se penetra en la producción novelística de Vicente Blasco Ibáñez, se descubren las vertientes de su españolismo poético, sentimental y profundo. Comienza rindiendo culto regionalista a Valencia a través de sus obras, de arboladura levantina, donde destacan sus novelas Arroz y tartana (1894), donde proyectó el desenvolvimiento social de la clase media valenciana; Flor de Mayo (1895), donde describió la vida del hombre de mar que partía cada mañana para arrancar el sustento cotidiano de las entrañas marinas; La Barraca (1898), que es un poema de la vida de lucha para conseguir de las huertas sus bellos frutos; Entre naranjos (1900), que recoge un canto al fruto más caracterizado de la vida regional; Cañas y barro, que tiene por objeto exaltar la grandeza y belleza de las Albuferas con sus aguas donde se cultivaba el arroz que nutría las clases humildes y Sónnica, la cortesana, que expone la resurrección de la Valencia del lejano imperio romano. De esta forma inició su producción novelista, exaltando la lírica candente de la actividad regional.

En el Siglo XX, cuando estaba viviendo los postreros años de su inquieta existencia humana, publicó sus obras El Papa del mar (1925), donde expuso novelada la vida de Pedro Martínez de Luna, que defendió su dignidad de pontífice bajo la denominación de Benedicto XIII en medio de un cisma de la iglesia católica, hasta su muerte en 1423 recluido en la isla de Peñíscola en el pontificado de Martín V, Cardenal Otón Colonna; A los pies de Venus (1926), donde exaltó la vida legendaria y la belleza humana de Lucrecia Borgia, hija de Alejandro VI; En busca del Gran Kan (1928), donde relató el desarrollo de la historia del descubrimiento de América; El caballero de la Vírgen (1929), donde narró novelada la historia de Alonso de Ojeda y La reina Calafia, que describió la conquista de California.

La publicación de estas novelas, dotadas de una bella mezcla de historia y literatura, respondían a su pensamiento de escritor español, en 1927 cuando confesó a Isidoro Lapuya: «Mi propósito era escribir una serie de novelas sobre los pueblos de América que hablan y piensan en español. España no está en Europa únicamente. Nuestra provincia no es más que una península de una España espiritual y verbal que tiene veinte naciones como departamentos, gran república tendida sobre la mitad del planeta, al borde de todos los mares, bajo todos los cielos y latitudes y cuyo presidente ideal e inamovible se llama Miguel de Cervantes».

¿Puede un intelectual de las dimensiones humanas y literarias de Vicente Blasco Ibáñez exaltar lo más digno y glorioso, la arboladura de la influencia de su cultura existente en otras naciones soberanas?

¿Puede un creador de mundos literarios, como fue Vicente Blasco Ibáñez, practicar un reconocimiento tan airoso de la obra de su Patria, de la Patria de sus padres y abuelos, de sus ideas y sus principios, de la obra que realizaron más allá de las fronteras de España?

El idioma castellano, nacido en los viejos claustros del Real Monasterio de San Millán de la Cogolla, en el siglo X, fue trasladado, vocablo a vocablo, por aquellos soldados aguerridos de la conquista, por aquellos frailes andariegos de las misiones y por aquellos artesanos de la colonización que ofrecieron la occidentalización de los pueblos americanos. Resulta emotivo encontrar un hemisferio situado entre las aguas del poético Océano Atlántico y el enigmático Océano Pacífico, donde sus habitantes piensan y hablan todavía en la que llevaron los andariegos hombres legendarios del Renacimiento. Resulta hermoso contemplar como veinte naciones, con cerca de setecientos millones de hispanoparlantes, se mantienen unidas en una comunidad lingüística de dimensiones universales. Este bellísimo proceso de expansión universal inspiró y acrecentó el profundo españolismo, que iluminó un culto de admiración en el pensamiento de Vicente Blasco Ibáñez hacia los viejos españoles, que llevaron hasta el alma de los pueblos americanos la belleza del idioma castellano, la grandeza de la civilización occidental y los dogmas de la religión católica.

Vicente Blasco Ibáñez nació el 29 de enero de 1867, en el reinado de Isabel II de Borbón, en aquella Valencia gloriosa de Damián Formet, Juan de Juanes, Francisco Ribalta, José Ribera ´El Españolete´, Jacinto Jerónimo Espinosa, José Piquer, Vicente López Porteña, Antonio Gisbert, Mariano Benlliure y José Serrano, cuando España se encontraba con las puertas abiertas para perder su más distinguido defensor en la figura del general Leopoldo O´Donnell, Duque de Tetuán; y falleció en Mentón, en los Alpes Marítimos de Francia, asomado a las poéticas aguas del mar mediterráneo, el 28 de Enero de 1928, en el reinado de Alfonso XIII, cuando se aproximaba la proclamación de la II República Española que hundió, durante más de cuarenta años la tradicional monarquía de los Borbones en España. De esta forma, la vida de Vicente Blasco Ibáñez, conoció el nacimiento de la Revolución Gloriosa con la sublevación sobre las aguas azuladas de la bahía de Cádiz del Almirante Juan Bautista Topete, en la cubierta de la fragata Zaragoza, en cuya insurrección militar se encontraban implicados los generales Francisco Serrano Domínguez, Duque de la Torre, y Juan Prim y Prat, Conde de Reus y Marqués de los Castillejos. La batalla del Puente de Alcolea, donde el Duque de la Torre triunfó sobre el Marqués de Novaliche y la salida de España de Isabel II de Borbón, destronada en 1868; la formación de un gobierno provisional presidido por el Generla Serrano, en 1869; el asesinato del general Prim en la calle del Turco de Madrid por un grupo de hombres armados de trabucos y retacos cuando había obtenido la conformidad de Amadeo I de Saboya para ser coronado Rey de España en 1871; la abdicación de Amadeo I de Saboya en 1873 después de dos años de gobernación; la proclamación de la I República Española con sus presidentes, Estanislao Figueras Moraga, Francisco Pi y Margall, Nicolás Salmerón Alonso y Emilio Castelar Ripoll, y el golpe de estado del Capitán General de Castilla la Nueva, Manuel Pavía y Rodrigues Alburquerque, que cerró el Congreso de los Diputados Republicanos y el pronunciamiento del general Arsenio Martínez Campos, que restauró en Sagunto la monarquía Borbónica con la proclamación de Alfonso XII como rey de España en 1874: el casamiento de Alfonso XII con la infanta María de las Mercedes de Orleans y Borbón, hija de los Duques de Montpensier, en 1875; el fallecimiento prematuro de la reina de España, María de las Mercedes de Orleans y Borbón en 1876, la segunda boda de Alfonso XII con María Cristina de Habsburgo y Lorena, parienta del monarca Francisco José I de Habsburgo, emperador del Imperio Austro-Húngaro, en 1877; el fallecimiento de Alfonso XII de Borbón cuando contaba con veintinueve años de edad; la creación de una Regencia para que gobernara la monarquía española hasta que existiera una persona con cualidades para ser coronada, presidida por María Cristina de Habsburgo y Lorena en 1855; la insurrección militar de Cuba por decisión de Máximo Gómez, José Martí y Antonio Maceo exigiendo la independencia de la colonia antillana y asumió la gobernación de España Práxedes Mateo Sagasta en 1895; el asesinato de Antonio Cánovas del Castillo en Santa Águeda, en Guipuzcoa, por el anarquista italiano Miguel Angiolillo Lombardi en 1897; Guerra de España con Estados Unidos de América, por decisión del Presidente William MacKinley en la que perdió España Cuba, Puerto Rico y Filipinas en 1898; nacimiento de la Generación de 1898 en la que militaron Miguel de Unamuno, Ramiro de Maetzu, Ramón del Valle Inclán y Pio Baroja entre otros grandes intelectuales y en 1902, con la jura de Alfonso XIII de la Constitución de 1876 en cuyo acto quedó Rey de España.

Durante este proceso histórico, Vicente Blasco Ibáñez, en 1871, abandonó Valencia para trasladarse a Madrid buscando una nueva vida que le ofreciera porvenir para su licenciatura en Derecho y para su vocación de novelista. En 1873 tomó parte en la proclamación de la I República Española. En esta época escribió un soneto contra las monarquías que le costó una condena de varios meses de privación de libertad. En 1874 realizó su primer viaje a Francia donde permaneció dieciocho meses estudiando obras de Victor Hugo, Honorato de Balzac y Emilio Zola. En 1888 visitó a Manuel Ruiz Zorrilla, que se encontraba exiliado en Francia por sus actuaciones revolucionarias en defensa de la instauración de una república española. En 1889, vuelto a Valencia, fundó el periódico El Pueblo, de tendencias republicanas. En 1891 el anarquista Bernardino lanzó una bomba contra el patio de butacas del Gran Teatro Liceo de Barcelona. En 1892, la Guerra de Cuba y el viaje a Italia para evitar ser detenido por las autoridades por sus actividades políticas. En 1895 fue elegido Diputado por Cullera. En 1897 el independentista cubano Antonio Maceo quedó muerto en un enfrentamiento con el comandante Cirujeda en Punta Brava de un certero pistoletazo. En 1898 se trasladó a la República Argentina donde habían pronunciado distintos oradores de prestigio en el Teatro Odeón de Buenos Aires conferencias, como Jean Jaurès, George Clemenceau y Anatole France, invitado para hablar sobre la historia de la literatura española. En 1909 se sintió seducido por la vida argentina, lo que lo condujo a participar en la colonización de la marquen izquierda del Rio Negro donde creó las colonias Miguel de Cervantes y Nueva Valencia en 1910. El fracaso de ambas colonias al negarle el apoyo dinerario los bancos argentinos, hizo que abandonara el proyecto colonizador y regresara a España con el sueño de dedicarse a vivir exclusivamente de la publicación de sus novelas y así fundó la conocida editorial Prometeo en 1914, cuando se produjo la explosión de la I Guerra Mundial.