Nos creemos con derecho a decirle a una víctima que denuncie, que todos estamos con ella, que la justicia está para apoyarla. Sin embargo, cuando se atreve a denunciar, le damos la espalda. Es lo que ha ocurrido con el último caso de una presunta violación en grupo en Aranda del Duero, donde tres futbolistas de 19, 22 y 24 años han cometido, presuntamente, cuanto menos, abusos sexuales sobre una joven de 15 años. Y muchos dirán, ¿cómo que abusos sexuales si era consentido? No y no. No era consentido, o por lo menos ese consentimiento no tenía validez legal.

Partamos de la base de que, en España, para prestar un consentimiento válido en este sentido, es preciso tener al menos 16 años. Nuestro Código Penal castiga todo acto sexual con un menor de 16 años, al considerar que su consentimiento no es válido. La única excepción es que las relaciones hayan sido mantenidas por alguien con una proximidad en edad y madurez, lo cual descartamos. ¿O es que alguien es capaz de equipara la madurez de una joven de 15 años con la de unos jóvenes de 19, 22 y 24 años? No seamos cínicos. ¿Y si fuera nuestra hija?

Teniendo en cuenta lo anterior, es irritable, frustrante y cansado que existan movilizaciones ciudadanas en favor de presuntos abusadores. Se puede defender la presunción de inocencia, muy bien; pero no hace falta pertenecer a ninguna élite intelectual para saber, tras haber entendido las reglas del consentimiento y sabiendo que los tres futbolistas han reconocido haber mantenido relaciones sexuales con la menor, que se ha cometido un delito. También, creo yo, llamadme loco quizá, que el hecho de que estén en prisión provisional nos puede aportar algo. Puede parecer desacertado, pero cuando el río suena€

¿Agua lleva? En fin, nos creemos con el derecho a animar a las víctimas de violencia de género, de violencia sexual, de acoso laboral o de bullying a denunciar. Y la verdad es que, cuando se arman de valor para hacerlo y dan el paso, las dejamos de lado. Empezando por no creerlas, pasando por desacreditarlas, y terminando en apoyar a los culpables de esa situación. Sin embargo, los hay también igual de culpables que los anteriores, pero más sutiles, que deciden mirar para otro lado, simple y egoístamente porque no les toca de cerca. No es su problema. Pero€ ¿y si fuera nuestra hija?