Los únicos reyes que me generan credibilidad son los Reyes Magos. Unos tipos que lo dejaron todo por seguir una estrella, yo creo que son de fiar. Por eso cada año les escribo una carta para ver si nos echan una mano, que falta nos hace. Es una carta espejo, lo sé, de esas que nos dicen que si no somos nosotros los que arrimamos el hombro nada cambiará; pero escribirla me anima.

Ya desde pequeño oía aquello de feliz navidad y próspero año nuevo. Entendía lo de feliz, pero próspero era una palabra difícil de comprender, incluso de pronunciar. Luego he sabido que la prosperidad se refiere a la mejora económica, a que si puede ser en vez de un millón, dos. La felicidad para unos días, la prosperidad, que parece más serio, para todo un año. No me convence.

Ahora prefiero lo de feliz año nuevo. Pero lo de nuevo, no en el sentido de la correlación, que después del 17 viene el 18, inevitablemente, sino que sea un año que aporte novedades, maneras diferentes de abordar los conflictos. Si queremos resultados distintos, tendremos que hacer cosas distintas, y lo necesitamos más que nunca por la miopía del poder, que solo piensa en la misma prosperidad de siempre.

Por eso resultan imprescindibles miradas nuevas para gestionar lo público, evitando tentaciones privadas que solo resuelven los problemas de algunos, normalmente amigos del poder.

Ha de ser un año nuevo porque modifique definitivamente las políticas actuales, la gestión y la financiación de los servicios públicos, la igualdad de género, el empleo, la vergonzosa corrupción repetida y repetida mientras el poder mira para otro lado, la sostenibilidad, los derechos civiles, la dependencia, la memoria histórica; necesitamos impulsos novedosos que nos lleven a otras metas, no a las de siempre. Impulsos que transformen esta democracia que se ha atascado hace años. No nos interesa ese crecimiento ficticio del que habla el gobierno, nos interesa el otro, el crecimiento de la gente.

Ese es el papel que pido para el año, que sea nuevo. Y ahí es donde los reyes magos, cuya identidad ya conocemos, con su espejo nos devuelven el mensaje diciéndonos que el año, solo es un día tras otro, nada más, somos nosotros los que hemos de aportar la novedad imprescindible para encontrar soluciones de verdad, y hemos de hacerlo siguiendo nuestra estrella.