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La famélica Legión

Andan hambrientos estos días muchos legionarios porque el Ministerio de Defensa los ha puesto a plan

Andan hambrientos estos días muchos legionarios porque el Ministerio de Defensa los ha puesto a plan. Nada menos que 180 de sus 3.000 miembros, un 6%, padecen obesidad, según un estudio del Ejército. La estadística viene a reafirmar la marcada españolía de esta fuerza de choque de la infantería fundada hace cerca de un siglo por el militar gallego José Millán-Astray: a su adhesión a nuestras tradiciones más arraigadas, como las procesiones y la devoción por la Virgen, los novios -y novias- de la muerte añaden ahora la clásica barriga cervecera que tantos españoles lucimos, si bien a nuestro pesar. Y es que los que tenemos sobrepeso en este país somos legión, y no precisamente famélica.

Creerán algunos malpensados que en esto tiene algo que ver la condición de mujer de la ministra de Defensa, María Dolores de Cospedal. Nada más lejos de la realidad. El afán por llevar una alimentación saludable y por mantener la línea hace tiempo que ha dejado de ser, afortunadamente, patrimonio exclusivo de ellas. Y tampoco se trata de una cuestión meramente estética. Quienes no respeten la dieta impuesta por el Ministerio de Defensa corren riesgo de ser excluidos de desfiles y procesiones, pero no solamente está en juego aquí la imagen de nuestras tropas -que también-, sino, sobre todo, la salud y la resistencia en combate de un tercio que presume de ser "el más veloz y resistente" y proclama que "jamás dirá que está cansado hasta caer reventado", según reza el credo legionario.

Somos lo que comemos, y hay quien sostiene que ciertos alimentos nos provocan mal humor e irritabilidad. Eso es lo que asegura el sociólogo y periodista Miguel Ángel Almodóvar. Para este investigador, el consumo sin la debida moderación de carne roja, grasas saturadas y dulces nos pone de mala leche. Eso podría explicar, tal vez, la peligrosa irascibilidad de los orondos líderes Kim Jong-un y Donald Trump, que estos días han estado fanfarroneando sobre quién lo tiene más grande y poderoso. El botón nuclear, se entiende.

Oriol Junqueras, otro político con notorio sobrepeso, anda diciendo no sé qué de una espada que se clava en el pecho porque ya no le sirve para combatir. Y eso que se define como "hombre de paz". Tal vez los responsables de la prisión de Estremera, donde seguirá el político de ERC por decisión del Supremo, deberían revisar el menú de los internos, compuesto por comida muy flatulenta y hamburgesas quemadas, según el conocido relato del exconseller catalán Josep Rull, que también pasó por el penal madrileño.

Enero, el mes de los buenos propósitos, resulta ideal para que la Legión, nuestro más castizo cuerpo de élite, vuelva a lucir cuerpo serrano. Su sacrificio servirá para demostrar que adelgazar requiere disciplina militar y que una simple báscula puede infundir más miedo que el peor de los enemigos.

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