No creo que sea buena idea enzarzarme en la discusión nacional de las últimas 72 horas acerca de las responsabilidades de que miles de personas quedaran atrapadas en sus vehículos sobre la nieve este fin de semana, así que, una vez rescatado el último coche, prefiero fijarme en la parte positiva de este temporal: el aporte de agua que va a dejar a nuestro sediento solar ibérico, y confiar en que el invierno siga en buena línea y nos deje más precipitaciones. Las cosas no están solucionadas y seguimos teniendo un problema con las reservas de agua, pero menos mal que se ha roto la tendencia atmosférica (no sé si únicamente de forma momentánea) porque el asunto pintaba fatal este otoño. Así que, al margen de la lamentable situación que se ha vivido en las carreteras durante este fin de semana, los Reyes Magos le han traído a España un preciado regalo: agua. Las espesas nevadas y las abundantes lluvias que se han repartido por amplias zonas de nuestro territorio constituyen una bendición, y habrá que cruzar los dedos para confiar en que siga cayendo este maná del cielo. Cabe recordar, a este respecto, que salvo en determinadas zonas el invierno es la estación seca para buena parte del país, lo que le da mayor trascendencia a este aporte inesperado de caudal. Mientras tanto, no está de más que quienes vayamos a salir a la carretera con nieve comprobemos que el coche porta el equipo y los víveres necesarios para que nuestra vida no corra peligro si, por una de aquéllas, el temporal se lía y nos quedamos bloqueados.