La indefensión aprendida es un término de la psicología que explica la conducta pasiva ante determinadas situaciones en las que uno cree que no puede hacer nada para producir un cambio, que no existe posibilidad de controlar los efectos, se haga lo que se haga. En definitiva, que no se poseen mecanismos para controlar la realidad a la que nos enfrentamos, por adversa que nos resulte. Esta tesis podría servir para explicar la actitud de cientos de miles catalanes ante las políticas de corte nacionalista de las últimas décadas, que contaron con la bendición de los distintos gobiernos de España.

Para redondear, desde el ámbito de la psicología, la explicación de lo que ocurre en Cataluña, podríamos añadir a la indefensión aprendida la teoría clásica de las necesidades. Dice que una vez cubiertas las necesidades de tipo fisiológico y de seguridad, es preciso afianzar las de pertenencia, y en ella están intrínsecas las de aceptación en la comunidad, las relativas a la amistad, compañerismo y pareja. El afianzamiento de este nivel nos permitirá ascender a niveles superiores.

Obviamente, el condicionamiento o manipulación -aunque sea de forma sutil- de nuestros sentimientos de pertenencia podría ser un arma política al servicio del nacionalismo, y no solo por modificar o canalizar dicho sentimiento, sino porque su falta de desarrollo impide otros de mayor nivel vinculados a la propia persona. En ese sentido, se podrá debatir el umbral de adoctrinamiento que se ha producido en Cataluña, pero no el hecho en que así lo percibían como real miles de ciudadanos en aquel territorio.

Ciudadanos, con Inés Arrimadas al frente, ha superado en las recientes elecciones al resto de competidores, situándose como primera fuerza en Cataluña y ganando en provincias como Tarragona o Barcelona. Podría plantearse, como hipótesis, que cientos de miles de catalanes hayan hecho frente a su propio sentimiento de indefensión aprendida y hayan apostado por una formación y una lideresa que les ha dado esperanzas frente a las inercias sociales, institucionalizadas desde lustros.

El discurso de Arrimadas, basado en la denuncia constante de los atropellos del nacionalismo, le ha permitido cosechar un millón cien mil votos y proclamarse de manera indiscutible en referente de los no independentistas y garante de los derechos y libertades de todos los ciudadanos. Sería banal tratar de discernir cuántos votantes no nacidos en Cataluña -como la propia Arrimadas- y provenientes de otras regiones españolas han querido liberarse y poner punto final a su indefensión, pero quizás no lo sería tanto discernir quiénes han padecido mayoritariamente el desamparo.