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Tiempo de libros

La huella más preciada de Navidad y Reyes ha sido, como siempre, el regalo de los libros. Es tiempo para ello, o sea, para nosotros, porque nunca se es tan uno mismo como leyendo. Hay libros que apelan a la razón, y otros que generan, incontenible, la emoción. Este volumen, ya desde su portada, a la que asoma una reja arqueada mientras crecen hierbecillas entre los desgastados peldaños y una húmeda sombra de melancolía tiñe la escena. En Mirador de Velintonia Fernando Delgado ha hecho renacer la casa que habitó Vicente Aleixandre y la legión de escritores que en torno a él dieron vida a uno de los hechos literarios y humanos más admirables de nuestra cultura hacia el último tercio del pasado siglo.

Precisamente hace pocos días el poeta Luis García Montero reivindicaba «el derecho a la admiración», un derecho no muy ejercido, que personalmente practico con fruición. Así, declaro admirar sin reservas a Fernando Delgado, finísimo escritor que ha sabido poner el pie con tanta sabiduría como delicadeza lo que fueron aquellas reuniones y contactos alrededor de un Aleixandre que conllevaba su maltrecha salud y su exilio interior ofreciendo generosamente hospitalidad y afecto. En Mirador de Velintonia, Delgado cuenta -y se cuenta a sí mismo- a través de un cruce de nombres que condensan la más alta espuma del quehacer de las letras, y a los que se acerca con la agudeza de un psicólogo y el arte de un poeta, que también lo es Delgado, y de los buenos, como una vez más lo prueba en este libro, que remata con un extenso y bellísimo poema, epílogo añorante de lo que fue aquel retiro aleixandrino, crisol de tantos alientos memorables.

Para mí ha sido, además del goce lector, una dulce flecha que me ha tocado en lo hondo; un efecto aumentado, sin duda, por haber conocido en persona a bastante de los autores que desfilan por sus páginas, e incluso haber sido alumna ocasional de algunos de ellos, como Carlos Bousoño. A este, y a José Fierro, Francisco Nieva, Antonio Colinas, Luis Antonio de Villena, Rosa Chace, Claudio Rodríguez, Molina Foix, Caballero Bonald, Gil de Biedma, Ángel González y, por supuesto, Miguel Hernández, Luis Cernuda o Gerardo Diego y el propio Aleixandre los sentimos muy cerca gracias a la mirada inteligente, sutil y afectiva de Fernando Delgado. Su Mirador de Velintonia es más que un libro: un fresco íntimo y latente de grandes figuras literarias a la vez que el reflejo fiel de un periodo trascendental de nuestra historia.

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