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Guerra de banderas

El independentismo tiene la curiosa osadía de presentarse como solución política en una época que Cataluña y España, Bélgica y Flandes, hacen lo que mande Donald Trump, Christine Lagarde o Angela Merkel, que no son personas distintas, sino heterónimos del amo. Entre unas cosas y otras, el PDCat y el PP nos han tenido entretenidos unos cuantos años con su guerra de banderas (y los valencianos, sabemos de eso). El hecho de que la secesión de Cataluña haya pasado, en las supuestas preocupaciones de los españoles, del primer o segundo puesto al quinto, podría indicar hartazgo (no me extraña) y, sobre todo, que es mucho más fácil romper un país (o volverlo a componer, a lo bruto, con superglu), que conseguir un poco de justicia (libertad, trato honesto).

Vean, si no, a Rodrigo Rato, cocinero estrella de los mejunjes financieros que, según él, removían toda clase de sujetos desaprensivos excepto él, que sólo pelaba patatas. O al ministro de Fomento, Íñigo de la Serna, tan impasible como la nieve culpando a los conductores (o a la concesionaria) de la liada en la AP6. Puro Medievo. Lo dicho: cuanto más proclamaba Carles Puigdemont que «som un sol poble», más claro se veía que éramos dos o doscientos. Cuando más insistía el Gobierno en retornar a Cataluña al imperio de la Constitución, más decidido se le veía a usar, para sus fines, a los mamporreros del Cara al sol con la camisa sobada. Por cierto, señor Rajoy, el supuesto delito de sedición, que con tanta alegría imputa a uno de cada dos catalanes, es el mismo que atribuyen los clérigos iraníes a los manifestantes en su país, lo que no sé si es escandaloso o muy esclarecedor.

Cualquier movimiento en la guerra de banderas produce un corrimiento de los afanes políticos hacia la derecha. Por lo visto ni ERC, ni la CUP (ni el PSOE) se han enterado. La derecha española y catalana, desde luego que sí. No hace tanto que en este país se hablaba de reforma constitucional, nueva ley electoral, garantías para las pensiones, derechos para desahuciados y dependientes€ a lo peor han conseguido que olvidemos esto.

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