La Fundación Profesor Manuel Broseta ha otorgado su Premio de Convivencia anual a Sociedad Civil Catalana. Dicho premio tiene como objetivo «distinguir a las personas, entidades o colectivos que han destacado en la defensa de los valores de la libertad, la justicia, la convivencia, el respeto y el pluralismo ideológico». Enric Nomdedeu, secretario de Empleo de la Generalitat Valenciana, critica al presidente Ximo Puig por entregar el premio a una asociación que no comulga con el soberanismo catalán y que, además, lo haga en el Palau de la Generalitat.

Ese tipo de crítica en sí, aunque poco habitual, por así decirlo, en sociedades avanzadas, aquí, hoy, no debe extrañarnos. Día tras día asistimos en la Comunidad Valenciana a declaraciones y actos intolerantes de cierto tinte sectario, provenientes de algunos responsables, cercanos a nuestra Administración Pública. Parece olvidar nomdedeu que Puig es el presidente de todos los valencianos y toma las decisiones que entiende adecuadas a sus funciones y obligaciones, mal que les puedan pesar a algunos de sus cargos. El presidente hace la entrega , en base a su representatividad pública, de un galardón de enorme prestigio, a una asociación emblemática por la defensa de la igualdad y libertad.

Tenemos la enorme fortuna de que nuestro presidente ejerza como tal, gobierne para todos y no cambie de parecer en función de la persona o ente galardonado. O ¿es que puede entregar dicho premio a personajes y entidades como Amos Oz, Javier Solana, Mijail Gorbachov y no a Sociedad Civil Catalana por no ser afín a la ideología independentista del secretario de Empleo? Y lo hace en el Palau, sencillamente, porque es el mejor marco para galardonar a aquellos que destacan por la defensa de valores como la justicia la igualdad la libertad o la convivencia, en los que coincidimos la mayor parte de los valencianos y el Palau es de todos nosotros.

Leo también que algún personaje afín, dolido por la institucionalización de la entrega del galardón, intenta falsear la realidad, al manifestar que Sociedad Civil tiene «evidentes vínculos con la extrema derecha». La ignorancia es muy atrevida. También la falta de respeto. ¿Acaso no se contó con la presencia de Jiménez Villarejo, Josep Borrell, Francesc Frutos o Mario Vargas Llosa, referentes nada asimilables a cualquier tipo de extremismo en los actos públicos promovidos por esa asociación? Las mentiras tienen cortas sus patas y el integrismo es siempre sectario. Es lamentable que se intente introducir en nuestra comunidad.

Decía el escritor Eduardo Mendoza, refiriéndose, sin duda, al nacionalismo radical, que éste era un «concepto anacrónico», que «el amor a la comunidad a la que uno pertenece y el cuidado de los intereses materiales y culturales de esa comunidad no se articulan hoy en día por medio del nacionalismo ni son, en rigor, nacionalismo». Para eso están las organizaciones propias de la sociedad civil, para «aclarar las ideas y reconducir las cosas a un terreno más serio», para asumir protagonismo en la construcción del bien común. La sociedad deliberativa a la que aspiramos no se funda en la exclusión ni en la ofensa al adversario sino en el diálogo responsable protagonizado por la sociedad civil. Así lo veía nuestra paisana Adela Cortina y así lo vemos muchos valencianos.

Enric Nomdedeu tendrá que ir acostumbrándose a convivir con la sociedad civil, tendrá, necesariamente, que aprender a convivir con quienes trabajamos para que esta democracia defienda la individualidad de las personas con sus derechos y siempre con la dignidad y el respeto que se merecen. Ya sabemos todos que las dictaduras se componen de masas adoctrinadas que intentan apagar al individuo, algo que en la Comunitat Valenciana no se conseguirá.

Enhorabuena a Sociedad a Civil Catalana por tan merecido premio y a la Fundación Profesor Manuel Broseta por su acertada elección.