Las secuelas de una serie de personajes anteriores, toman vida de nuevo en la última novela de John le Carré, "El legado de los espías"

(Planeta)en una época indeterminada pero que bien podría ser el principio de las de los años noventa del pasado siglo. Podría pero no está claro. Lo cierto es que estaba leyendo trago a trago, porque las buenas novelas de le Carré apetece que no se acaben nunca, al mismo tiempo que Dolores O´Riordan sonaba en mi equipo de música.

Eso fue la semana pasada, y esta semana, pasó lo que pasó con la cantante de "The Cranberries", y uno de los personajes resucitados de le Carré es irlandés, a veces demasiado, según se escribe. Son las conspiraciones de la casualidad, que nos llevan a pensar que las cosas siempre suceden por alguna razón, cuando ocurre que la mera sinrazón ya suele ser la causa de muchos aconteceres, extraordinarios y cotidianos. Por ejemplo, el otro día pasé mucho frío en Bruselas, ciudad incómoda donde las haya, porque alguien invitó secretamente a un grupo de periodistas sin nacionalidad para contarnos cómo iban a suceder las cosas a partir de ahora. Insisto, las conspiraciones de la casualidad, porque como dice el protagonista que habla en "El legado de los espías", "en cualquier interrogatorio, la negación es el punto de inflexión. No importa que previamente el clima haya sido cordial. A partir del momento de la negación, ya nada volverá a ser lo mismo."

Por eso afirmo tajantemente que no estuve en Bruselas, al menos en los últimos meses. Puede que antes sí, por supuesto, y siempre de manera incómoda, como hubiera estado ahora si de verdad hubiera estado. También afirmo, y esto como una nube que teje el recuerdo, que Brad Pitt, en una película de Pakula, "La sombra del diablo", le dice a Harrison Ford, con marcado acento irlandés, "no te metas en esto, es una historia irlandesa." Las historias irlandesas suelen acabar mal, muy mal: no olvidemos que los irlandesas provienen de viejas tribus celtas del norte de Galicia. O´Riordan, irlandesa, ha acabado, no sabemos cómo. El personaje irlandés de le Carré acaba mal, muy mal. Y a nuestro hombre en Bruselas, ¿cómo le irá? Georges Smiley, en su penúltimo alegato, dice: "Yo soy europeo, Peter. Si alguna vez he tenido una misión (€) más allá de nuestros contenciosos con el enemigo, ha sido Europa." Como para no tomar nota y aprender.