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S. Vicente y La Roqueta en el origen del cristianismo en València

El martirio del joven diácono Vicente de Zaragoza y La Roqueta están en los orígenes de la historia del cristianismo en Valencia. Su pasión, martirio, muerte y sepultura en esta urbe son piedras fundantes de la religión de Jesús de Nazaret en esta urbe de fundación romana. El hecho está documentado en varios Pasionarios de su vida, el más antiguo un manuscrito de una Passio (siglo IV), obrante en la Biblioteca Ambrosiana de Milán, «Passio S. Vincentii levitae et martyris». Los diversos textos han sido analizados por el profesor Leopoldo Peñarroja Torrejón.

Se relata en estas actas de forma muy descriptiva, casi fílmica, el martirio del joven clérigo, cuyo impresionante relato sirvió para las primeras evangelizaciones de Hispania, África y ribera mediterránea. San Ambrosio de Milán, san Agustín, san León Magno, san Isidoro de Sevilla,? escribieron comentarios sobre lo sucedido al joven clérigo en Valencia.

El diácono Vicente se negó a reconocer los dioses de los romanos y a ofrecerles honores. Fue sometido a las más atroces torturas. Azotes, plomo hirviendo, cristales, sal en las llagas, cuerpo descoyuntado? un refinado culebrón de tormentos, que no pudo doblegar en vida la fe y voluntad del diácono. «No ceses, diablo, en la crueldad que respiras,? no quiero que ceses; levántate diablo, y entrégate a la orgía con todo el espíritu de tu maldad,» cuenta una crónica de su Pasión que dijo Vicente.

Daciano no pudo con él, no le venció en vida, siguió castigándole una vez muerto. Mandó arrojar su cuerpo a un vertedero para que se lo comieran las alimañas, luego al mar atado a una piedra de molino, pero las olas le llevaron a tierra, donde fue recogido y sepultado. Fue enterrado «sub sacro altari extra muros eiusdem civitatis Valentiae», La Roqueta. El canónigo e historiador Vicente Castell Maiques, en razón a ello, gustaba de llamarle la «Ecclesia mater», iglesia matriz, la primera iglesia de Valencia.

En el siglo VI comenzó a rendirse culto a san Vicente mártir, su fama y devoción se extendieron rápidamente por la geografía hispánica, africana y mediterránea. El pequeño ermitorio de Valencia fue considerada pronto basílica sepulcral. Durante la dominación islámica fue respetada, los árabes sienten profundo respeto por los santones. Permaneció abierta al culto cristiano, fue el templo de los mozárabes que vivían en el arrabal agrupados en torno al templo. La fiesta de san Vicente ya era por entonces celebrada con gran solemnidad en las iglesias mozárabes de España.

Signo de la fama que tenía es que cuando, en 1172, Alfonso II de Aragón sitió Valencia puso como como una de las condiciones para levantar el cerco se le entregara los diezmos y primicias de la Iglesia de la Roqueta, los que daría posteriormente a los monjes del monasterio de san Juan de la Peña.

En 1232, Jaime I donó «irrevocablemente» la iglesia de san Vicente al Monasterio de san Victoriano de Aragón para el día que la conquistara la ciudad.

Cinco meses antes de la toma de Valencia, en 1238, el Obispo Jimeno de Albarracín entró con sus tropas en La Roqueta y tomó posesión de ella, celebrando Misa, en disputa con el arzobispo Pere Albalat de Tarragona, a quien le ganó la mano, pues también la quería .

En 1239, el Papa Gregorio IX dictó Bula poniendo bajo su protección y patronato el locun et ecclesiam, lugar y la iglesia de san Vicente.

En 1244, Jaime I concedió al lugar de san Vicente y su hospital, el castillo y Villa de Cuarte, la alquería de Ladera y la décima parte de las rentas de La Albufera.

En 1245, les daría Castellón de Burriana con todas sus rentas para sostenimiento de la comunidad que lo habitaba y su hospital.

Lugar tan histórico ha ido muriendo poco a poco a lo largo de la historia. No sabemos dónde está san Vicente Mártir, estuvieron a punto de cargarse el conjunto monumental en la década de los 70, sigue apuntalado con algunas obras en curso y cualquier día la iglesia cederá a las vibraciones del Metro que pasa a sus pies.

De los resto de san Vicente mártir nada se sabe. Hay varias leyendas sobre sus traslados y paradero. El canónigo Castell aseguraba que sigue enterrado en La Roqueta, y nunca salió de Valencia. Cuando el templo fue seccionado por su ábside para ensanchar el camino real de Madrid «había un sitio cerrado con verja de hierro, señalando el lugar del sepulcro de san Vicente». Hace pocos años, el subsuelo del lugar fue trepanado por la tuneladora del Metro que se llevó por delante numerosos vestigios arqueológicos, y quién sabe si también los de san Vicente mártir. En Valencia somos asi con lo nuestro.

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