Hace algunos años ganó el primer premio de la Sección Especial una falla sobre piropos. Sin duda, era magnífica en su realización. Sin embargo, era también una falla tremendamente machista. Por su representación de las mujeres y también por el tipo de humor, que se deslizaba hacia la complicidad con el acoso callejero. Sin embargo también ganó el premio de Ingenio y gracia. No entraré en los merecimientos del premio de sección, por supuesto, pero sí entiendo que premiar la gracia de ese monumento implicaba convalidar su humor y que el jurado encontró graciosísimas escenas como la del obrero que grita «Morena, vols un pardal sense faena?», o la atribución a Shakespeare de la frase «estás tan buena que te haría un traje de saliva», todo ello además junto a «una abuela pegando a su marido tras piropear a una mujer» (cita literal de la prensa).

Pues bien, sorprendentemente no hubo entonces el menor comentario sobre ese premio al humor machista. Las razones me parecen evidentes: por un lado quienes podrían haberlo hecho no estaban prestando la menor atención a las fallas; por otro, ese tipo de humor y de representación hipersexualizada de la mujer con tintes gruesos están naturalizados en el mundo fallero y en sectores de nuestra sociedad. También hay que decir que pese a ello no es justo pensar que todas las fallas son así. Recuerdo por ejemplo escenas muy impactantes de Daniel Jiménez Zafrilla denunciando la violencia contra la mujer o la ablación de clítoris, y fallas de estética contemporánea centradas en el tema de la igualdad realizadas por Anna Ruiz.

En cualquier caso, es muy saludable que pensemos en la representación de las mujeres en las fallas. No se trata de caer en la censura ni de confundir uno de los síntomas con la causa, que es la pervivencia de valores machistas interiorizados y naturalizados por los individuos en una sociedad que sigue siendo patriarcal, sino de visibilizar esos contenidos, de explicitar los valores que subyacen, de pensar si están de acuerdo con la sociedad valenciana en que queremos vivir, y a partir de ahí, juntos y juntas en el objetivo común de una sociedad justa e igualitaria, ir obrando en consecuencia.