Las Fallas son un reflejo de la sociedad donde están inmersas. Es entendible el debate social que se ha creado a partir de las manifestaciones del Consell Municipal de les Dones de València, pero no hay que olvidar que las fallas son sátira, donde se exagera la realidad y se resaltan sus aspectos más llamativos. Otra cosa bien diferente es la poca energía que se dedica algunas veces al guion de una falla y cuyo resultado vemos en muchos trabajos que repiten una y otra vez los mismos estereotipos tan manidos y tan pasados de moda sobre la mujer en general. Nada más lejos de la realidad.

Que en nuestra sociedad todavía existe el machismo es un hecho innegable, sólo hay que mirar la equiparación salarial. Pero las fallas son otra cosa. La presencia de la mujer en la fiesta es cada día más potente, se está haciendo cada vez más visible en ámbitos históricamente masculinos: una directora dirigiendo la entrada de bandas, mantenedoras de las falleras mayores, mujeres locutando la ofrenda€ Otro ejemplo de ello es la directiva de Junta Central Fallera, de la que formo parte, y es la primera directiva con más presencia femenina de su historia. Desde nuestro puesto, las vicepresidentas estamos trabajando para que, al igual que otras hicieran antes que nosotras, las mujeres que vengan detrás lo tengan más fácil. Es un camino complicado, pero recorrido con valentía, seguridad e ilusión.

La fiesta tiene que evolucionar porque forma parte de una sociedad que cambia a un ritmo vertiginoso. Nos encontramos ante un cambio de época, de paradigma y no ante una época de cambios y tenemos que ser capaces de dar la talla, de responder de la misma manera y de crecer, pero sin perder nuestra esencia, sin perder lo que nos define y que está en nuestro ADN: el reflejar la vida en todos sus aspectos y con mayúsculas. En denunciar para quemar aquello que no nos gusta, en reírnos y tomar con humor sano e inteligente, nuestro día a día. Porque la risa, el humor y las fallas, unen a la gente€ o deberían. Señores, señoras, centrémonos en lo que de verdad importa, porque, ara va de bó.