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Cocodrilos y modernos

Hay una cosa que está clara: el PDeCAT pertenece a una especie mucho más evolucionada que el PP. No es racismo, por Dios, es capacidad adaptativa. Así que Convergència sintió que, por culpa de un modesto porcentaje del 4 %, le mordían el culo los galgos de la prensa y los mastines del aparato judicial, se cambió el nombre, los estatutos y la razón social de modo que los mismos osos pudieron continuar en su osera que ahora se llamaba Institució per a la Defensa de Plantígrads Amenaçats. Menos evolucionada no significa tonta: ahí tienen al cocodrilo, prácticamente inalterado en los últimos 300 millones de años, y sus fauces siguen siendo un prodigio de eficacia, lo digo porque algunos entienden la política como la ocasión de un apetito desmesurado.

Al PP le gustaría reinventarse y «mirar al futuro» (aunque fuera para variar), pero como la mitad de sus votantes son jubilatas y ya tienen alguno de los estropicios que todos padeceremos, no se decide a cambiarse el nombre (los estatutos y la razón social) no sea que salgan de Génova y aterricen en Tegucigalpa, que a ver qué haces en Tegucigalpa, quién te pone piso y cómo saben sus ancianos cuál es la papeleta buena. En cualquier caso, Pedro Jota ya nos ha alumbrado el camino y señala 21 pruebas (ni una menos) de que Mariano Rajoy conocía la caja B del partido, de modo que es la clueca de esas 21 razones como los veintiún huevos de una pollada, con perdón. Mucho más inquietante es Arcadi Espada, que publica Un buen tío el mismo día que al personaje de este libro -Francisco Camps- le descubren que, cuando ya no era presidente, seguía invitando a rutilantes cuchipandas a sus parciales con cargo al presupuesto de la Generalitat Valenciana.

No crean que vamos a atacar la corrupción con la cabeza fría y el ánimo sereno. La derecha española (PP) y la catalana (PDeCAT), que tanto se quieren y se deben, han descubierto que lo que nos pone es el desafío soberanista que es como un Madrid-Barça pero amplificado, con más antidisturbios y jueces (de línea) ¡El desafío soberanista! Si hasta tiene nombre de reality.

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