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Llueve y suena «Moon River»

La última vez que llovió en Barcelona las terrazas se llenaron de barro. Hoy la lluvia es generosa y cristalina y lo limpia todo con ansia. Menos mal. Arrastra mar adentro los restos nauseabundos de una ciudad también afectada por la sequía.

Desde mi habitación escucho el chapoteo del agua y no puedo evitarlo, agarro la guitarra y tarareo una de mis canciones de cabecera, «Moon River».

Cualquier momento es bueno para cantar una canción si está cantada con cariño. Y ésta significa mucho para mí porque refleja todo lo que me parece hermoso en esta vida. Es como una media sonrisa. La cantas y sientes algo así como soy infelizmente feliz o dichosamente desgraciado. Me gusta su simpleza, su redondez, su tamaño, su honestidad y, cómo no, he recordado que hace 25 años de la muerte de la dulce y enigmática Audrey Hepburn y que no podía pasarlo por alto. Esa actriz de mirada triste y aspecto frágil también me enamoró a mí en mi adolescencia.

Una mujer valiente y fuerte que sobrevivió a la II Guerra Mundial, a la frivolidad del Hollywood de los cincuenta, a tres relaciones amorosas fallidas, y acabó su existencia dedicada en cuerpo y alma a quienes más lo necesitaban. Siempre será una musa.

El hada del cine dorado de Hollywood fue descubierta por el gran William Wyler, uno de los genios del cine de la posguerra, con quien rodaría Roman Holiday (1953).

De ella se dijo tanto, pero destacaremos lo más importante. Como actriz era una buena compañera. Las he buscado y no he encontrado opiniones contrarias a ésta. Dicen también que era inteligente, generosa e intuitiva a la hora de actuar. Y prueba de ello es que recibió todo tipo de galardones por sus maravillosos personajes. Sólo por Roman Holiday ganó un Oscar, un Globo de Oro y un premio Bafta.

La muchacha extremadamente delgada, de ojos grandes, cejas tupidas y sonrisa contagiosa brilló durante casi dos décadas en películas tales como Sabrina (1954), The Nun´s Story (1959), Breakfast at Tiffany´s (1961), My Fair Lady (1964) y Wait until the dark (1967), entre muchas otras tal vez no tan conocidas. Y nunca abandonó el teatro, que era su verdadera pasión.

De su familia, mencionar que su padre fue un banquero británico y su madre una aristócrata holandesa. De ahí ese aire elegante que caracterizó a Audrey Hepburn.

Sus padres fueron simpatizantes del nazismo, del que la actriz se desvinculó claramente desde el principio.

Aquellos terribles años de guerra la marcaron de por vida.

En los años cuarenta le regalaron el libro El diario de Ana Frank, que la afectó profundamente. Audrey explica que cada frase le recuerda a su propia vida. Además, Ana Frank y ella tenían la misma edad. Empezaron la guerra con 10 años y la acabaron con 15.

En un intento por huir de la guerra la familia se traslada a Holanda. En esa etapa Audrey cambia de nombre y su madre la obliga a hablar en holandés.

Recordemos que Audrey Hepburn hablaba perfectamente inglés, francés, italiano, alemán y español.

Pero tras el desembarco de Normandía, los nazis arrasan su pueblo. Y tal y como había leído poco antes en una de las páginas de El diario de Ana Frank cuando esta explica que fusilan a cinco rehenes, fusilaron a su propio tío y a su primo. Una etapa imposible de olvidar en la que ella misma se sorprendió de la fortaleza del instinto de supervivencia humano.

La vida amorosa de Audrey Hepburn tampoco fue nada fácil. Cuando rodaba Roman Holiday ya estaba prometida con James Hanson y ambos preparaban su enlace. Pero la boda fue anulada pocos días antes porque la actriz descubrió que Hanson le había sido infiel en múltiples ocasiones. Audrey pidió a la costurera del taller que le había confeccionado el vestido de boda que lo regalara a alguna joven casadera que no pudiera permitirse pagarlo.

Al poco tiempo conocería al actor Mel Ferrer.

Hay una serie de fotografías de ambos que me encantan. Parecían la pareja perfecta. Tuvieron un hijo juntos, Sean Ferrer Hepburn, y aunque su relación fuera sólida se terminaron divorciando al cabo de catorce años. Más tarde, Audrey confesó que nunca se había sentido del todo querida por el actor y que el amor les acabó abandonando.

Un año después, Audrey se casa con el doctor Andrea Dotti, con quien tiene a Luca, su segundo hijo. Hoy en día Luca continúa la labor de su madre y, junto a su hermano, se encarga de la fundación humanitaria Audrey Hepburn Childhood, dedicada a los niños pobres.

Actualmente, ambos hermanos se encuentran inmersos en un pleito por desacuerdos en la manera de gestionar dicha fundación, pero coinciden en que fue una madre excelente.

Sean recuerda que en Breakfast at Tiffany´s (1961) su madre estaba embarazada de tres meses. Se dice que por ello su personaje, la inolvidable Holly Golightly, tenía una luz tan especial.

Como activista y embajadora de buena voluntad de Unicef apoyó a los más desfavorecidos a lo largo y ancho del planeta.

Tras un durísimo viaje a Somalia, del que la actriz auguró que nunca podría reponerse del horror de lo visto allí, Audrey Hepburn enfermó de cáncer apendicular y fue sometida a una operación.

Desafortunadamente el cáncer ya estaba expandido y los médicos no logran detenerlo. Poco después fallecía en su casa de Suiza rodeada de sus seres queridos.

El día de su muerte, la actriz Elizabeth Taylor dijo: «Dios estará contento de tener un ángel como Audrey Hepburn a su lado».

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