Las recientes nevadas ponen de actualidad un riesgo natural de gran impacto en la seguridad ciudadana: las avalanchas. La belleza de los paisajes invernales de alta montaña esconde el peligro de los aludes, cuyo control es complejo e interdisciplinar, ya que requiere de cartografía, predicción, la construcción de estructuras de defensa, e incluso, la acción de desencadenarlos artificialmente. Para describir situaciones típicas y prevenir daño, los European Avalanche Warning Services (EAWS) han definido cinco problemas habituales de los aludes: la nieve reciente, la nieve venteada, las capas débiles persistentes, la nieve húmeda y los deslizamientos basales.

La Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) destaca que los aludes están presentes en distintas cordilleras ibéricas -Pirineo, Cantábrica, Sistema Central, Sierra Nevada, Macizo Galaico-, sin embargo, este riesgo es especialmente intenso en el Pirineo de Huesca, Lleida y Girona, como también en los Picos de Europa. En estos enclaves se registran avalanchas con mayor frecuencia, además, en donde, históricamente, han generado un impacto social y económico de dimensiones más amplias. Prueba de esta presencia es la variedad de términos que se refieren a ellas, como recuerda la Aemet: «Allau en Cataluña, laueg en el valle de Arán, lurte en Aragón, elurrte en el País Vasco, argayo en Asturias y León o muelda en Castilla, entre otros». Por este motivo, las delegaciones territoriales de Aragón y Cataluña de esa agencia han elaborado una guía de aludes con el fin de aproximar la naturaleza de este fenómeno a la ciudadanía y facilitar pautas elementales para su gestión.