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Construyendo muros

Hace 29 años que cayó el muro de Berlín, alzado en 1961 separó las vidas y las historias de dos alemanias durante 28 años. Fue un hecho de tal impacto que todos los que vimos aquellas imágenes sentíamos el ansia de romper aquellos muros que les separaban. Hubiéramos querido estar allí y formar parte de la historia actual, incluso algún amigo se vanagloriaba de haberlo vivido y de tener una pequeña piedra que pertenecía a aquel muro sinsentido.

Todos sabemos que los muros y las murallas se alzan para defenderse, para separar, parar evitar las salidas y entradas, para controlar o simplemente para dificultar el paso de un lugar a otro.

En estos últimos años, los denominados «gobiernos del cambio» están alzando nuevos muros, no de piedra u hormigón, sino de normas, leyes y papeles. Estas nuevas murallas alzadas actualmente ejercen en la ciudadanía un espejismo de libertad que se ve cegado por la realidad de las normas y el papel. Y como ese espejismo es tan sutil, no se tiene conciencia de que exista un muro de nos separa. Así sin verlo, pero existiendo, pasamos cada día por su lado y, como en la película de Buñuel El ángel exterminador, el ciudadano da por hecho la existencia de una razón que le impide salir de ese espacio y da vueltas justificando su acción.

Los muros y las murallas de tripartito son capaces de generar leyes de Protección de la Huerta donde los políticos del Botánic, levantan leyes a espaldas de los agricultores, en la que habrá hasta expropiaciones si las tierras están dos años en barbecho.

Por el contrario en la ciudad, el concejal de movilidad eliminará pasarelas elevadas en la gran Avenida del Cid, sin importarle de qué forma podrán cruzar los vecinos en una vía de seis carriles. Esos políticos olvidan que los peatones son personas que transitan de un lugar a otro, para ir al colegio, a comprar, al médico o para lo que ellos quieran. A lo mejor buscan como solución, instalar un sistema aéreo de globo o tirolina por un módico precio.

O tal vez, desde la Consellería de Transporte decidan eliminar los pasos a nivel de peatones pero sin construir pasos elevados que unan a los vecinos que viven al otro lado de las vías con el resto de la población, dejándolos totalmente aislados como va a ocurrir en el barrio de Camí la Noria de Torrent.

Y si a pensar se deja, también en las fallas quieren levantar muros. Con encuestas poco legales y normas sobre la sátira del monumento, ya no queda nada que criticar. Aunque para nada nos puede extrañar, si una vicepresidenta del gobierno de la Generalitat, se atreve a decir que «la fallera mayor mejor, calladita está».

Así pasan los días, los años y la construcción de muros y murallas de papel es toda una realidad. Ahora solo hace falta esperar que ocurra como en 1989 y los ciudadanos decidan derribar los muros y las murallas que nos separan y que estos políticos no cesan de levantar.

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