Las recientes lluvias y el temporal de nieve no acaban con la situación de sequía, una carencia de recursos hídricos especialmente perjudicial para la conservación de las zonas húmedas y su biodiversidad. Paradójicamente, el aumento de la población de flamencos en espacios como el Parque Natural de la Albufera de Valencia, aunque es muy positivo, también agrava el impacto déficit hídrico en estas masas de agua. Durante la celebración del Día Mundial de los Humedales, surgida de la Convención Ramsar (1971), el pasado 2 de febrero, el delegado de SEO/Birdlife en la Comunidad Valenciana, Mario Giménez, explicaba que cada vez es más frecuente la observación de grandes grupos de flamencos en los marjales litorales del Mediterráneo occidental.

La última estimación de Birdlife International es de 45.000-62.400 parejas, que equivalen a 89.900-125.000 ejemplares. El característico comportamiento nómada de los flamencos «se traduce en la aparición de grandes bandos de miles de ejemplares sin un patrón definido», argumenta Giménez.

Estas aves remueven con sus patas los fangos del fondo de los humedales para liberar y filtrar con su pico los pequeños crustáceos que componen su dieta. De esta manera, como indica el representante de SEO/Birdlife, «enturbian el agua y liberan nutrientes atrapados en los sedimentos, con lo que contribuyen a la eutrofización de las aguas». A su vez, la presencia de flamencos en parajes como la Albufera revela la falta de caudal y la salinización de los ecosistemas, ya que esta especie prefiere aguas salobres o salinas, porque su principal alimento es la Artemia salina.

La pérdida de humedales litorales -por desecación, ocupación, urbanización- es otro de los factores que favorece la mayor concentración de aves acuáticas en un menor número de espacios naturales disponibles.