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Maite Mercado

Como agua de mayo

Apabullante ha sido el éxito del primer episodio de «Cuerpo de Élite». El estreno de la adaptación de la película de 2016, ambas dirigidas por Joaquín Mazón, fue seguido por más de cuatro millones de personas, con una de esas cuotas de pantalla, un 24,6 por ciento, que apenas se ven excepto en partidos de fútbol. Por comparar, que siempre ayuda, tuvo doscientos mil espectadores más que la final de «Operación Triunfo», que luce más «share» por su duración extra larga, que no merece más comentarios.

Había ganas de reírse con este cuerpo formado por «lo mejor» de las autonomías, solo 5 porque 17 para un grupo de espías secreto como el de «Misión Imposible» es complicado. Pero en este extravagante equipo no hay un líder como Tom Cruise aunque una de las chicas, la catalana aplicada interpretada por Adriana Torrebejano, quiere serlo y la otra, una Cristina Castaño boina verde y madrileña, toma los mandos de forma resolutiva por inercia. Sus jefes son Ana Morgade y Antonio Garrido, que tuvieron más que palabras en misiones pasadas. Él es un James Bond retirado, un cavernícola machista al que rescatan de la prejubilación y llaman F, en uno de los guiños a la saga del británico con permiso para matar, como los inventos de la Q de este ministerio del Interior en el que manda un mediocre y cobarde (Joaquín Reyes) que, además, tiene porno en los ordenadores del despacho.

Junto a la parodia de las películas de acción y espías, la mejor baza de la serie son sus actores y los chistes sobre nuestra realidad, algunos políticamente incorrectos -«Yo me hago un lío con los negros», dicen al confundir a Will Smith con Eddie Murphy-; otros que casi pueden llevarte al banquillo de los acusados- el localizador de Borbones detecta a uno de ellos en Panamá- o crueles: «Me gustaría ser de UPyD; estaría en casa pero más tranquila».

La comedia consigue hacer reír, o al menos sonreír, con la corrupción -explícita referencia al 3 % en Cataluña- y la ineptitud de algunos políticos, acosados por una oposición encarnada en El Langui, que persigue al ministro desde su silla de ruedas salvando las barreras arquitectónicas como puede. «Las dos Españas. Para una vez que se juntan,...», susurra María Botto al ver al azote del Gobierno con el sobrino del Rey, un remedo de Froilán cuyo rescate ha sido la primera misión del equipo. Del supuesto puente de Calatrava en Gandía y el bakalao, hablamos el domingo.

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