La climatología urbana en España como ciencia institucionalizada es una disciplina muy reciente. Los primeros estudios se remontan al año 1954, hechos por Antonio López Gómez, para el clima de Madrid. Sin embargo aquellos estudios no tuvieron continuidad temporal. Es a partir de los 80 cuando empiezan a surgir investigaciones acerca de esta temática, y la eclosión de esta ciencia en España se da a partir de la publicación en 1998 del libro «Clima y ambiente urbano en ciudades ibéricas y iberoamericanas». En los inicios del siglo XXI el número de tesis doctorales que tienen como temática central el clima urbano, especialmente la isla de calor, ha sido muy superior a las leídas durante el siglo XX. En esta columna pero comentaremos un libro anterior «El clima de las ciudades españolas», de la editorial Cátedra. Este libro editado en 1993 por diferentes climatólogos de renombre, como Felipe Fernández García, Javier Martín Vide o José María Cuadrat recoge las investigaciones realizadas hasta entonces. Había muy pocas tesis terminadas en aquella época, sólo la de la climatóloga Maria del Carmen Moreno García, «El clima urbano de Barcelona», donde analiza la isla de calor urbana a través de los métodos los transectos térmicos y la comparación de dos observatorios meteorológicos, rurales y urbanos, el aeropuerto y Barcelona-Drassanes. Sin embargo en Madrid se habían analizado los campos térmicos de las ciudades mediante imágenes Landsat, donde se observa la isla de calor urbana con más finura espacial que con el método de los transectos urbanos. Las calles de Madrid son más cálidas que las afueras durante la noche y más frescas a media mañana por efecto de la inercia térmica de los materiales urbanos. El estudio de las precipitaciones y de las temperaturas en Madrid también se hacía a través del método de comparación de los observatorios, la intensidad máxima de la isla de calor. También constan en el libro los estudios de la isla de calor en otras ciudades españolas. Las ciudades analizadas son Teruel, Zaragoza, Huesca, Logroño, Cáceres, Igualada, Molins de Rei, L'Hospitalet de Llobregat y Santander, etc. Las conclusiones del libro son que la intensidad de la isla de calor era más elevada en las ciudades más grandes, y era más fuerte en invierno que en verano. La precipitación en el área urbana de Madrid es más elevada en el centro de Madrid respecto al aeropuerto de Barajas. En los parques urbanos encontramos los observatorios meteorológicos más lluviosos de la ciudad de Madrid.