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Las ideas de la España peregrina

Contribuciones a la comprensión de la historia reciente a través de los estudios del exilio

La guerra civil, el hecho decisivo de la historia de España en el siglo XX, dio al traste con el sistema político de la II República, el primero que puso en práctica la democracia en nuestro país. A la guerra siguió una de las dictaduras que más ha durado en el mundo contemporáneo. Miles de vencidos, en un número superior al medio millón, abandonaron el país. Muchos regresaron al cabo de unos años para permanecer en silencio junto a los que quisieron quedarse o no pudieron irse. La esperanza de recuperar la democracia perdida se desvaneció pronto tras la victoria de los aliados en la II guerra mundial y el exilio pasó de ser un destino provisional a definitivo.

En un artículo publicado en Crisol en junio de 1931, preguntaba Azorín quién había traído la República, respondiendo a continuación que era obra de los intelectuales. Esta es la razón por la que el grueso del "batallón del talento", apodo con el que afectuosamente se referían a ellos los mandos y soldados del ejército republicano, tuvieron que marchar de España al finalizar la guerra. Un elenco formidable de escritores, artistas y profesionales cualificados, de ideas republicanas, izquierdistas o simplemente democráticas, que dejaron un vacío enorme, quebrando la línea de progreso por la que avanzaba la sociedad española, superando notables dificultades y grandes crisis. Baste decir que entre los que se fueron estaban diez de los diecisiete poetas de la generación del 27 que figuran en la antología de Gerardo Diego. Y es significativo que los dos premios Nobel concedidos a españoles durante la dictadura de Franco los recibieran, Juan Ramón Jiménez y Severo Ochoa, asentados ambos fuera de España.

A pesar de lo amargo de su peripecia vital, que los hizo deambular en la mayoría de los casos por varios países de Europa y América, desplegaron una intensa actividad intelectual y en ocasiones también política. Publicaron obras, participaron en reuniones y fundaron editoriales que con el tiempo acercarían a las jóvenes generaciones de españoles a las corrientes de pensamiento más innovadoras. Aunque su relación con los disidentes del interior que guardaban un prudente silencio ante la dictadura no siempre resultó fácil, España estaba omnipresente en sus vidas, bien como problema político o bien como lugar al que deseaban volver. Pocos pudieron hacerlo, con una suerte dispar. Unos se reintegraron en la vida cultural española con éxito. Otros no tuvieron el recibimiento que esperaban. El sociólogo José Medina Echavarría, por ejemplo, después de preparar con tanta ilusión el retorno, una vez en Madrid se sintió tan ignorado y extraño, que decidió irse otra vez, rumbo a Chile, donde falleció años más tarde.

Pero el exilio no ha caído en el olvido en absoluto. Durante la dictadura ya fue objeto de atención y en la actualidad hay varios grupos de investigación que se ocupan de las biografías y las actividades de los exiliados de forma estable y continuada. Los libros editados por los profesores Sánchez Cuervo y Aznar Soler y Durán López son una excelente muestra de este empeño. El primero expone la evolución política e intelectual de nueve exiliados de renombre. Destaca el estudio sobre el periodismo político de Ferrater Mora, la perspectiva que se ofrece sobre el último Ortega, la revisión del pensamiento de Araquistáin y de García Bacca, y el análisis del institucionismo, matriz ideológica común del pensamiento liberal y del socialista en España durante casi un siglo. El segundo recoge una docena de trabajos que giran en torno a la figura capital de Vicente Llorens, exiliado, pionero en el estudio de los exilios españoles a lo largo de la historia y autor de Liberales y Románticos, un clásico sobre el tema. En ambas publicaciones están muy presentes, aunque no tengan capítulo propio, otros exiliados como Francisco Ayala o María Zambrano.

Afirma Borja de Riquer que "no hay en la historia de España ningún exilio comparable al de 1939". Por eso es obligado conocerlo. Y estos dos libros nos indican que el esfuerzo que se está haciendo rinde muy buenos resultados. La comunidad de estudiosos del exilio, siguiendo la estela de Llorens, Marichaly otros, va clarificando la aventura de los exiliados, el drama que fue para ellos y la pérdida que supuso para la sociedad española. Gracias a ellos, nuestra historia es más completa y se comprende mejor.

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