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Matías Vallés

Camps no se le ponía a Rajoy

La mejor manera de desmontar una mentira de gran calado consiste en refutar las mentirijillas que la escoltan. Sin entrar en la inocencia y la tranquilidad de conciencia de Francisco Camps sobre la financiación ilegal del PP valenciano, el dirigente popular presupone que Mariano Rajoy le habría telefoneado, si Luis Bárcenas hubiera recibido vía Ricardo Costa la noticia de cuentas trucadas. Así habló literalmente: «¿Alguien tiene la más mínima duda de que una cosa de esta envergadura no se hubiera puesto en conocimiento de mis interlocutores directos, el presidente y el secretario nacional del PP, e inmediatamente ellos me habrían llamado y yo habría puesto una investigación a ver qué estaba pasando?».

Donde la clave y la mentira radican en que Camps no habría cogido el teléfono. Habrá que demostrarlo. En los albores de la corrupción del PP valenciano, Concha García Campoy entrevistaba a Esteban González Pons en Cuatro. Frente a ilustres tertulianos madrileños entre quienes figuraba el más tarde ministro José Ignacio Wert, el hoy eurodiputado y entonces portavoz explicó que la comunicación entre los presidentes del Gobierno y la Generalitat estaban absolutamente rotos. Hasta el punto de que Rajoy llamaba a González Pons para hablar con Camps que se encontraba a su lado, y éste gesticulaba que bajo ningún concepto se pondría al teléfono.

En su papel de portavoz, González Pons escenificaba este desencuentro vodevilesco con una exactitud que le concede credibilidad, máxime porque entonces no tenía más valor que el anecdótico. En resumen, Camps no se le ponía a Rajoy, funcionaba con absoluta autonomía valga la redundancia. Lejos de exonerar al presidente del Gobierno, el rechazo explícito y ante testigos del líder del PP en Valencia solo confirma la fabulosa ficción sobre la organización del partido hegemónico de la derecha. El expresident queda atrapado hasta en sus minúsculas mentiras, pero Rajoy es el único responsable de que Camps le rechazara mientras ambos dependían de Bárcenas. Salvo que el Supremo estime lo contrario.

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