Cuando hace quince años las empresarias y profesionales españolas agrupadas en BPW Spain decidieron unirse a las empresarias de todo el mundo en la reclamación contra la brecha salarial y en luchar por conseguir que la igualdad de género llegara hasta la retribución, se consiguió poner el foco en un problema que hasta el momento era totalmente invisible. Se empezó a organizar en España el EPD (Equal Pay Day) el día en el que se hacía visible la diferencia retributiva para los mismos puestos por razones de género. La fecha variaba en función del recuento que cada año se hacía de cuantos días hubieran trabajado las mujeres gratis en ese año, si su salario fuese igual que el de un hombre. Cada año las empresarias valencianas a través de EVAP-BPW Valencia reivindican bajo la puerta del Ayuntamiento de València, utilizando elementos rojos en el vestuario, haciendo visible lo invisible y demostrando así una verdadera responsabilidad social empresarial, ciudadana y un compromiso con el cambio, la modernidad y la productividad.

Introducir la perspectiva de género y ponernos las gafas de la igualdad, no solo es una cuestión de justicia social, sino que es una posibilidad para enriquecer cualquier aspecto de nuestra vida social, política, empresarial y profesional. La investigación y el estudio en los asuntos de género aportan resultados muy interesantes para una sociedad en la que manejar la complejidad se ha convertido en una capacidad esencial para el liderazgo, la gestión y la toma de decisiones estratégicas que garanticen y construyan futuro, superando el cortoplacismo y la inmediatez. Así pues, aprovecho el que, por fin, la brecha salarial es un asunto que interesa a alguien más que a unas cuantas mujeres para reivindicar que la perspectiva de género sea una dimensión que contemplemos, y que integremos, aquellos que asumimos responsabilidades y tomamos decisiones que pueden impactar en la vida de las personas, en los territorios y, en definitiva, en el conjunto de la sociedad, en cualquiera de los análisis que llevamos a cabo .

Por otra parte, esta llamada global en torno a la brecha salarial también nos ha servido para apelar a nuestra acción individual, ya que cada uno de nosotros tenemos la oportunidad de hacer algo. En mi caso, trataré de garantizar que en todas aquellas actuaciones que estamos desarrollando para incidir en la transformación del modelo económico la dimensión de género esté presente, que se trabaje para identificar y combatir el problema de la brecha salarial y que las mujeres tengamos las mismas oportunidades de contribuir al desarrollo de la sociedad. Estamos trabajando para que todas las empresas públicas cuenten con un plan de igualdad que no solo sea un mero documento que queda en la estantería, sino que de verdad constituya un instrumento para mejorar la competitividad de las empresas a través de la integración de la diversidad y la corresponsabilidad. Los planes de igualdad son necesarios para combatir la brecha salarial y transformar nuestro modelo económico y tejido productivo.

Es absolutamente imprescindible integrar la perspectiva de género en el análisis que hacemos para darnos cuenta de que hay elementos mucho más sutiles que han estado construidos sobre relaciones de poder durante siglos y que son los que están en el origen del fenómeno que se analiza. En el caso de la brecha salarial, son muchas las cuestiones que se entrecruzan: consideración del puesto de trabajo, conciliación laboral, capacidad de ser perceptor de determinados derechos, afiliación, compensaciones no vinculadas al desempeño, autoestima, autoconcepto, autovaloración o autoexigencia. No obstante, creo que debemos estar satisfechas como personas dado que por fin la sociedad es consciente de este problema y quiere introducir medidas para combatirlo.