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Ante todo, calma

Hubo un momento precioso, que parece lejano pero que ocurrió anteayer, en el que el PP perdió las elecciones porque todos los demás reunían más votos. Aunque no más voluntades. Pablo Iglesias se puso chulo «como si tuviera el acorazado Aurora en el bolsillo». El PSOE seguía y sigue en la inanidad, los del PNV apacentando las Haciendas forales, los nacionalistas canarios a cortar el cupón y ERC y PDeCAT dedicados a la independencia sin consecuencias jurídicas, es decir a las procesiones patrióticas y a la escenografía de autocelebración («Levantinos, sois como niños, os ahoga la estética». Unamuno). Se perdió la posibilidad de un gobierno técnico transitorio que reformase dos o tres cosas (la ley electoral) y ofreciera amparo a los más dañados por la crisis.

Nada que no pudiera suscribir incluso Ciudadanos, pero por lo visto los dueños del parqué les dijeron que ya los sacarían a mear en otro momento. Y perdón por el desahogo. Por eso ahora Cristóbal Montoro puede torear de uno en uno a los presidentes menesterosos de las autonomías y escudarse en la política de austeridad europea para seguir aumentando el déficit público con el que sanearon los bancos y bendijeron la liviandad fiscal para las grandes fortunas. Todo con el arropamiento de un poder judicial a medida (con las debidas excepciones).

Los doctores locos que suministran munición a los procesos electorales saben que no hay lema que venda más que Por el cambio, precisamente porque, en general, sólo entraña un relevo en la ocupación de poltronas ¡Dios mío, nunca creí que fuera a coincidir con mi madre, ni parcialmente! Ya están podando los árboles de Bailén para trasplantarlos, dicen, mientras siguen adelante los rascaleches del Parque Central, habrá centenares de nuevas viviendas en El Cabanyal (a costa de zonas verdes y de equipamientos) y, en fin, los indepes catalanes y su orla valenciana seguirán diciendo que España es irreformable. ¿Lo han intentado? Porque el PDeCAT con quien se entendía bien era con los fósiles del PP y sus mariachis episcopales, ¿no? Atasco, atasco.

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