La Universitat de València de 2018 se asienta sobre dos características que, para nuestra candidatura, son irrenunciables: ser pública y democrática.

Desde sus propios orígenes, como universidad ciudadana (Estudi General), ha sido y no ha dejado de ser nunca una institución pública, que presta un servicio público. Durante los años de plomo de la crisis, cuando, aunque haya ahora quien quiera olvidarlo, estaban en juego los salarios y los préstamos ahogaban cualquier posibilidad de mejora, se hizo un extraordinario esfuerzo para garantizar la supervivencia de la institución y todos los puestos de trabajo. En muchos casos, hubo que realizar verdaderos encajes de bolillos, siempre desde el consenso, política que ahora deliberadamente se ignora (o se califica de precarización).

Del mismo modo, se creó e incrementó un programa propio de becas para que ni un solo estudiante tuviese que abandonar las aulas por problemas de solvencia económica. En políticas como estas, junto a otras que pretendemos desarrollar, se expresa nuestro compromiso con el carácter público y social de la institución.

Pero hay otra dimensión de lo público que también queremos subrayar: la voluntad de no doblegarnos ante las coyunturas adversas, y de ofrecer y pedir apoyo a la sociedad para que las distintas administraciones comprendan que la inversión de recursos públicos en conocimiento, investigación y enseñanza es, a un tiempo, rentable y justa; somos firmes defensores de la democratización del acceso a la educación superior.

Vivimos en un mundo global que ha modificado la posición relativa de la sociedad valenciana y sus posibilidades de crear bienestar; a su vez, también es una sociedad del aprendizaje, donde el nivel de cualificación es una condición esencial para la cohesión social y donde nuestra institución académica juega un papel relevante para dotar a la ciudadanía de los recursos que necesita para navegar en este tiempo de riesgos e incertidumbres.

Repasemos brevemente nuestras propuestas principales, como universitarias y universitarios que somos, con sentido de responsabilidad. La Universitat que propone mi candidatura tendrá como prioridad ofrecer al estudiantado la mejor formación que garantice su empleabilidad, al mismo tiempo que una experiencia de vida universitaria plena, y el desarrollo de un espíritu ciudadano crítico. Al curriculum académico añadiremos un curriculum cultural y de participación.

Pondrá al alcance de los grupos de investigación los medios necesarios para mantener y desarrollar su liderazgo, optimizando la gestión y reduciendo la carga burocrática. Incrementaremos el reconocimiento de la investigación, la transferencia y la innovación a partir de la consideración de la diversidad de las distintas áreas de conocimiento.

Para garantizar una enseñanza-aprendizaje de calidad y una investigación de excelencia, velaremos por la estabilización y promoción del profesorado, del personal de administración y servicios, del personal investigador en formación.

También garantizaremos que toda la comunidad universitaria pueda conciliar sus roles de aprendizaje, docentes, investigadores y de gestión y administración con su vida personal y familiar, mediante medidas que atiendan a la diversidad de situaciones y el respeto a todas ellas.

La economía, la política y la sociedad están cambiando con gran celeridad. La Universitat no sólo no puede ignorar este hecho, sino que ha de desarrollar una política de transformación. ¿Cuál es nuestra propuesta? Un cambio responsable y posible, basado en una gobernanza democrática. Frente a cualquier presidencialismo y concentración de poder, frente a los cambios temerarios, proponemos el diálogo, la negociación y el consenso.

Esta propuesta queda avalada por nuestra práctica y experiencia en la gestión, también porque somos personas que no hemos rehuido ningún proceso electoral y muy en especial la participación en el Claustro, máximo órgano de representación que será para nosotros el espacio de planificación de las políticas estratégicas.

El futuro de la Universitat de València está en la participación de todos y todas, en los procesos electorales y en todo momento; una participación que debe representar nuestra diversidad. Por eso, creemos que hay que romper todos los techos y que esta es una oportunidad histórica para que una mujer, con méritos académicos, en docencia, investigación y gestión acreditados, pueda ser rectora. Este sería un cambio justo, al que corresponderemos con un cambio responsable, alejado de cualquier promesa oportunista.