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La rubia de la copla

Hoy he quedado con Pitita para compartir una paella en el Maricuchi. -Anda, nena, así te da un poco el aire, que te noto un poco mustia. Por el gasto, no te preocupes, invito yo, que sé que andas algo tiesa.

Llevamos unos minutos dándole al tenedor, cuando Pitita saca el tema de los himnos.

-Pues la verdad es que no sé yo qué importará que Marta Sánchez le ponga letra al himno de España. Total si, al final, nadie se las aprende. A mí lo que me parece es que hay mucha discriminación.

-¿Discriminación?

-Sí, claro, con las rubias. Hay gente muy mala que cree que las rubias no podemos ser patriotas, ni hacer canciones españolas con sentimiento. Y fíjate, yo soy rubia de toda la vida, y más española no puedo ser. Pero hasta hoy mismo siempre se ha identificado morena con españolidad y, más aún, cuando se habla de coplas; de ahí, eso de «La morena de la copla» y en fin de los enfines.

Algo de razón tiene Pitita, a mediados del siglo pasado hubo folclóricas que cantaban canciones de una esencia muy parecida a lo que ahora interpreta Marta Sánchez. Podemos sacar de aquel baúl algo añejo, las loas a la españolidad que arrancaban gorgoritos a la voz de Estrellita Castro en Suspiros de España, inconfundible por su caracolillo en la frente, y el tema En tierra extraña, asociado a Conchita Piquer. Todas ellas muy morenas y de bata de cola.

Al primer tema, que fue compuesto por Antonio Álvarez Alonso para servir como marcha de paseo de la Real Infantería, su sobrino, Juan Antonio Álvarez Cantos, le puso una letra que durante la Guerra Civil simbolizaba la nostalgia por el país perdido: «Siento en mí triste emoción/Me voy sufriendo lejos de ti/y se desgarra mi corazón/Nunca el sol me alegrará/En el vergel de España, mi amor, como una flor siempre estará/Dentro del alma te llevaré, cuna de gloria, valentía y blasón/España, ya nunca más te he de ver/De pena suspira mi corazón».

El segundo tema, En tierra extraña, compuesto por Manuel Penella, trata de una colonia de españoles que viviendo en Nueva York lloran de melancolía una Nochebuena al oír el susodicho pasodoble. Es una letra muy sentida por vivida, ya que su autor -abuelo de las actrices Emma Penella, Elisa Montes y Terele Pávez- pasó gran parte de su vida de giras por América, donde triunfó con sus óperas y zarzuelas hasta lograr representar una obra en el Park Theatre de Nueva York. También por aquellas tierras extrañas conoció a una mujer chilena con la que se casó y en ellas vino a morir (concretamente, en la ciudad mexicana de Cuernavaca).

Como Penella en 1927 componía su nostalgia a España desde algún rincón de América, ahora lo hace Marta Sánchez en 2018 desde Miami. Esto no es más que un síntoma de que la historia, tras casi un siglo, se repite. Los artistas hacen sus maletas para irse a América, pero no sólo los artistas, también los científicos, los jóvenes licenciados sin futuro y los parados de larga duración, más bien que a América, donde tercie. Por eso, el tema de la melancolía de la tierra española es ahora común a muchos españoles, los que se van, y de ahí que esta letra pueda parecer representativa. Así que si es un himno es un himno muy triste, que sabe como a exilio; a exilio añejo.

Marta Sánchez es una versión rubia de aquellas folclóricas tan patriotas, sólo que ha cambiado la mantilla y la peineta por su mono rojo y su melena suelta; amarillo sobre rojo, más rojigualdo, imposible. Tan rojigualdo que las últimas frases son primas hermanas de Banderita española, que cantaba Marujita Díaz. Donde dice Sánchez «y si algún día no puedo volver, guárdame un sitio para descansar al fin», decía Marujita, «el día que yo me muera, si estoy lejos de mi patria, sólo quiero que me cubran con la bandera de España».

-Claro que sí, Pitita, las rubias son tan españolas como las que más.

-Por supuesto, y lo de vivir en Miami no resta españolidad, Julio Iglesias vive en Miami y es más español que nadie.

A mí, chica, me parece fantástica la letra de Martita para el himno de España, tiene mucho sentimiento, y además que va bien hasta para los catalanes, que son españoles por más que se resistan algunos. Igual a esos «el rojo y el amarillo les brilla en su corazón y no piden perdón». Por no hablar de la penita que tendrán esas criaturas de dejar esto para irse a Bélgica o Suiza, con el frío que debe hacer ahora allí.

-Pitita, ¿no me estarás tomando el pelo?

-Pues claro, tú sabes muy bien que las rubias no tenemos un pelo de tontas.

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