"No nos metamos en eso". Esta fue la desafortunada frase pronunciada por Mariano Rajoy, al ser preguntado sobre la posibilidad de promover una legislación específica para evitar la desigualdad de salarios entre hombres y mujeres. Esa es la sensibilidad de un presidente del Gobierno que, lejos de solidarizarse con las legítimas reivindicaciones del movimiento feminista en España, arremete contra ellas, tachándolas de elitistas y buscando cuestionar las movilizaciones convocadas con motivo del día Internacional de la Mujer. Al Gobierno se le acumulan las manifestaciones en la calle, y a la "marea marrón" por unas pensiones dignas, en breve se unirán las mujeres, criticando su inacción ante las desigualdades y discriminación.

Como indica ONU Mujeres, este año se ha producido una auténtica revolución por los derechos, la igualdad y la justicia de las mujeres, y nuestro país no podía quedar al margen. El acoso sexual, la violencia y la discriminación han marcado una creciente determinación a favor del cambio, y por ello, se ha dejado de ver con normalidad que en el pasado World Economic Forum se calculara que la igualdad salarial tardaría aún dos siglos en conseguirse, o que ya no estamos dispuestos a silenciar vergonzosos casos de abusos sexuales, producidos dentro de organizaciones como Intermon Oxfam o en operaciones de paz de la ONU.

Así las cosas, existen razones suficientes para protestar, y se equivocan quienes buscan polemizar entorno a la huelga feminista y los actos del 8 de marzo, ya que su resultado nada tendrá que ver con el dato de seguimiento, como si se tratara de un paro sindical. El éxito está asegurado, cuando detrás hay un innegable trasfondo simbólico, de quienes pretenden dar visibilidad a la situación de discriminación que viven las mujeres.

De ese modo, es necesario concienciar sobre el papel fundamental que tienen las mujeres en la sociedad actual, reclamando a los gobiernos medidas más efectivas contra la violencia machista, la lucha contra las desigualdades sociales y laborales, así como reivindicar la corresponsabilidad familiar.

En definitiva, no se busca desestabilizar la economía, ni se convoca por unas radicales antisistema, es más, incluso los hombres no estamos llamados a secundarla, tal y como afirman sus convocantes. Estamos ante un paro internacional, organizado en más de 45 países para reclamar la igualdad entre mujeres y hombres. Son simplemente mujeres, esas mismas que hacen que todos los días el país se pueda mover. Son millones de mujeres que están dispuestas a alzar su voz para reclamar que, entre todas y todos, aceleremos el paso en ese camino hacia un planeta 50-50.