La temperatura disminuye con la altura. Pero en ocasiones, se incumple la norma y se genera una inversión térmica: el aire frío abajo; el más cálido arriba. Se pueden dar en superficie o en altura. En las inversiones de altura, destacan los procesos de subsidencia o descenso del aire y las observadas en los frentes. En los casos de superficie, la mayoría se dan por el enfriamiento nocturno por radiación, pero también hay casos originados por advección: el aire cálido se mueve sobre una superficie fría que enfría la base de ese aire cálido, dando una inversión. Las inversiones se dan con independencia del tipo de relieve, pero hay configuraciones que las favorecen, caso de los valles en zonas montañosas. El aire enfriado durante la noche es más pesado y desciende ladera abajo para quedar depositado en el fondo de los valles. El invierno y el anticiclón favorecen el proceso. Son célebres las inversiones de la Plana de Vic y del valle del Ebro; las que afectan a los naranjales de Levante o las de áreas industriales y urbanas, incrementando los efectos de la contaminación al impedir su dispersión. Así, ocurre en Madrid, Barcelona, Bilbao, Puertollano o algunos valles asturianos.

Sin tener esa fama, en la provincia de Castellón, han sido estudiadas las de los valles centrales, caso de los llanos de Cabanes y Adzaneta. Los fondos de estos valles, apenas a 300 metros de altitud, pueden tener temperaturas 10-12 ºC inferiores a las de las serranías del Desierto de Las Palmas o d´En Galceran, aunque culminen a 729 y 1078 metros respectivamente. Recordemos por su extensión la inversión, asociada con nieblas, que afectó al Mediterráneo Occidental a principios de febrero de 2004. La capa fría superficial se extendía hasta los 500 metros de altitud y dio impresionantes imágenes.