En la última aparición pública de la insigne maestra Celia Amorós, con motivo de los premios del área de Igualdad de la Diputació de València que llevan su nombre, recordaba la importancia de adentrarse en los implícitos de nuestro imaginario colectivo. Entonces, la autora de Crítica de la razón patriarcal analizó la letra de un conocido pasodoble, mostrando, con su fina ironía e infinito saber, que el patriarcado nunca desfallece. El feminismo filosófico precisa de crítica ilustrada aunque esto conlleve una alta dosis de impopularidad. Pienso esto ya iniciada la etapa fallera, bienvenida sea ésta y larga salud tengamos. Con todo, recordando a Amorós, me planteo si algún día retomaremos en serio un diálogo que promueva propuestas igualitarias en la cultura fallera. Cada año surgen críticas ilustradas, como, por ejemplo, la urgencia de revisar el sexismo y la cosificación de la mujer en los monumentos falleros. La falta de agudeza mental de la gente, junto a no poca presión social -nutrida por el machista oculto de tantas personas- fortalecen la coerción patriarcal, de ahí que todo acabe en una suerte de agorero «vuelva usted mañana».

Por situarnos en una tesitura más optimista, este debate era impensable hace escaso tiempo, cuando (des)gobernaba la derecha opresora, déspota, patriarcal y misógina encarnada en el Partido Popular y también Ciudadanos (sin lenguaje inclusivo, por cierto). ¡Qué duda cabe! La demora en propugnar y legislar una cultura fallera libre de machismo, en donde la mujer no devenga objeto cosificado ni relegado a un ornamento estético, desembocaría en la pérdida de un nuevo canal que promueva la igualdad desde esta manifestación cultural de enorme raigambre. Un ciclo de igualdad radical en donde nadie apele a la cantinela propia de los anti-ilustrados: «Esto fue siempre así, vuelta usted mañana». Como bien recuerda otra de mis admiradas maestras, Rosa Regàs, «heredamos del franquismo el desinterés por conocer nuestro pasado y la falta de compromiso y de protesta de la gente». Hay que plantearse este desafío que iniciará un tiempo ilustrado e igualitario en el mundo fallero: el de revisar, analizar y estudiar sus mecanismos patriarcales para, por consiguiente, promover otras vías más democráticas, saludables y feministas.

Para tal menester se precisa de firmeza y decisión. En tanto que «lo personal es político» urge animar a tal causa a toda la sociedad civil feminista desde el 20 de marzo de este mismo año. A ver si conseguimos poner en marcha una historia fallera próspera en igualdad, libre de sexismo, machismo y cosificaciones, en donde la propia estructura de la fiesta entienda que, en cuestión feminista, ya no cabe nunca más ese trágico «vuelva usted mañana». Las próximas generaciones nos agradecerán una reivindicación tan apasionante como ésta. Ante todo porque nos dignifica como personas ilustradas y permite que los varones dejemos de ser, como es usual, los adalides de la esfera pública, el orden y la dominación.