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Como en casa

Andaba hace unos días por las calles de la ciudad más occidental de Oriente Medio y pasó lo de siempre cuando sales de tu frontera: Unos españoles me saludan al escuchar que hablo su idioma e intentan entablar conversación. Son dos chicos que enlazan un ¡hola! seguido de un interés por el motivo de mi estancia en Dubai, ¿vacaciones o trabajo? Intuyo un acento venido desde el centro de la meseta que me confirman enseguida, Madrid. Después ya, que si estarán pocos días, que les perdieron las maletas, la odisea de después, que han visitado el Burj Al Arab y que en este lugar todo lo hacen muy a lo grande. Nada más. Nos deseamos buen viaje y nos despedimos porque en estos casos no hay mucho más que decirse, de hecho si este encuentro se hubiera producido en España, jamas hubiésemos cruzado una palabra. Sucede por sentir el confort de aquello que te hace sentir como en casa. Cuando estás de viaje la verdadera comodidad es una cama desconocida después de un día caminando a 35 grados y una humedad del 90 %. Sigo la costumbre de aquello de donde fueres hacer lo que vieres, como lo que comen, voy donde van y veo lo que ven. Será por defecto profesional, enciendo la tele y en el «zapping» pérsico me encuentro con «Maestros de la costura», «Fashion Star» en su versión árabe, con una diseñadora libanesa, Reem Acra, haciendo las veces de Caprile y todo con más brillo, colores y lentejuela; noticias en las que el presentador en vez de llevar corbata lucen su radiante «dishdash» con un pañuelo en la cabeza; seriales de hombre, mujer e historia de amor imposible, tan recurrentes para las tardes de cualquier parte del mundo; talents con escenarios idénticos a lo de aquí pero con voces de allá y un coche donde la versión local de James Corden conduce mientras canta con celebridades que no conozco. Al final acabo poniéndome un capítulo en Netflix que es el colmo de la globalidad.

Si alguna vez te sientes solo en un país extraño y buscas sentir un pedazo de hogar a 5.500 km de distancia, no hace falta visitar un establecimiento de Zara o abordar a los de tu misma nacionalidad por la calle, enciende la tele y verás. Tan lejos, tan cerca.

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