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Javier Cuervo

Estragos de la fatiga

Consuelo a los que se les hace largo el proceso de Cataluña hacia la independencia pidiéndoles que se pongan en la piel de los catalanes, independentistas o no, que entre pitos y flabioles, llevan en crisis política desde que empezó la crisis económica. A la vez, como cualquiera, sufro síntomas de agotamiento: durante un instante, confundí a Guardiola con Trapero, el mayor de los mossos que ya no lo es. El error es de mi cerebro pero el Barça hizo bastante para ser identificado con el procés y desde el banquillo del Manchester, Guardiola forma parte de la internacionalización que promueve Romeva. A estas alturas, entre Jordi Pujol, procés año cero, el plan B que es el preso Jordi Sánchez y el plan C que es Jordi Turull, me aturullo y no distingo si son santos jorges o dragones.

¿Y los sitios? A Clara Ponsatí, que se va a Escocia (tierra natal de Adam Smith) a dar clases de economía liberal -lo que es llevar hierro a Bilbao- la sitúo en el paraíso fiscal de Suiza, donde está Anna Gabriel, la cupera a la que creí perder la pista cuando quitó el flequillo amazónico y a quien situé, por error, en Waterloo, donde quien está es Puigdemont. ¿Y los partidos? Fue tan difícil acostumbrarse a una Convergencia sin Unió, a una Convergencia sin Pujol y, al fin, al Partido Demócrata Catalán. Hace unos días oí a una señora que pedía "PdCat" en la zona de comida para mascotas del Mercadona.

Todo va demasiado deprisa, aunque nada vaya. Para que todo siga parado, Torrent, el brazo institucional del procés y primera autoridad de Cataluña, se mueve continuamente confundiendo la acción con el ajetreo mientras Elsa Artadi pasa, en horas 24, 24 veces al día a 24 por hora, de las escaleras al despacho, como el conejo apresurado de Alicia en el país de los independentistas.

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