Ximo Rovira volverá a narrar la cremà esta noche en Levante Televisión. Siempre he pensado que la nostalgia que a muchos nos provoca el final de las Fallas duele un poco menos viendo la sonrisa de Ximo en el momento del adiós. Más todavía si le acompaña nuestro noble compañero, el grandísimo Vicent Sempere. Han sido unos días intensos, en los que el equipo humano de Levante TV ha vuelto a hacer lo posible para hacerles sentir la fiesta de la forma más digna.
Las Fallas son la catarsis necesaria. La ciudad alegre en la hora azul. Bajo hacia Na Jordana como el sol baja por el horizonte y la tarde y yo somos el mismo movimiento. Estamos aquí y tenemos la euforia de estarlo, pero, en ocasiones, es sexy que el olor a pólvora nos traslade a otros años de nuestra vida, cuando aún no habíamos tomado los caminos que han determinado lo que somos.
Caminamos también con nuestros fantasmas, y cuando dejan de hacerte daño o de tentarte, son una compañía muy fiable. Es dulce el juego de recrear sin angustia lo que ya sabes que no pasará. Es encantador pensar en lo que podríamos ser sin el peso de haber considerado el precio, las coordenadas, y el sentido que queremos darle, que es la parte más pesada.
Siempre es el olor a pólvora lo que me transporta. Los días se alargan y la noche cae azul, sobre la ciudad que tiembla, para calmarla. A mi hijo le empiezan a fascinar los ninots tanto como a mí, y reconforta tener un futuro compañero de rondas. Fallas, ninots, contra el gran dolor de vivir.
Bajo por Na Jordana. Soy un padre de 35 años. He pensado una cosa y después, otra, pero si vivir no significa crecer, más vale dejarlo estar. Duermo peor. Cada vez que parezca valiente, estoy disimulando. Pero mi corazón fallero no ha cambiado nunca. A veces, el olor a pólvora, me traslada a un instante. Del pasado o del futuro. Y me lleva a tomar una decisión. Buscadme allí donde renacen las cenizas.
