Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Mascletà terrenal

La ventaja de la mascletà, como la del cine, es que el espectáculo puede estar arriba, en la pantalla, en el cielo, o abajo, en el suelo, en el patio de butacas. Y lo que queda en el suelo, después de la tensión apoteósica de las grandes carcasas y de los aplausos, gemidos y suspiros de celebración final (más sus segregaciones asociadas: adrenalina, en la fase acumulativa; endorfinas, al final), lo que queda, digo, es un manto detrítico de botellas y vasos de plástico, un mar de inmundicia plateada y colorista. Incluso he visto a un tipo arrancar pacientemente las anillas de los botes de refrescos. Fase artesana de reciclado.

Luego pasa la eficacísima brigada de limpieza y deja la plaza como los chorros del oro. Los motivos por los que el público, más joven que viejo, de la mascletà hace algo así merece alguna conjetura, con perdón ¿Se quedaron en la fase anal y contemplan orgullosos su caquita? Puede ser, yo no soy muy de Freud, que siempre andaba a vueltas con el sexo pero, luego, el que echaba fuera de casa, era Jung, que parecía que sólo hablaba de crismones y mandalas. ¿Tirar desperdicios por el suelo es el único modo de disfrutar de alguna forma de derroche con sueldos de 800 euros? Puede. Las fallas son derroche, pero si no hay para monumentos se quema borumballa. En cualquier caso, el control de los esfínteres precedió a la cultura y si los neandertales pintaban y hacían collares, es que antes habían inventado el excusado.

Si es nuestra forma de desahogarnos, sea: nada peor que el estreñimiento, por eso los nacionalistas de este lado, ante la dificultad de proclamar una república catalana que dure más de un milisegundo, celebran ardorosamente las victorias del Barça, que ofrece mucha alegría y sana expansión y, además y por suerte, encabeza la tabla. Claro que después llegan los secuaces de la Cibeles -una diosa cuyos sacerdotes se castraban, así no hay problemas de retención- con su despliegue de banderolas. Entre los botes de cerveza y las banderas, me quedo con los botes: se pegan menos. No se olviden del papel higiénico.

Compartir el artículo

stats