Todo el mundo coincide en valorar positivamente la convocatoria de huelga del pasado 8 de marzo. Creo que parte de este éxito se debe a la polémica suscitada por el hecho de que no se trató de una huelga convencional. Y esto es así por los siguientes motivos:

1º La convocatoria se realizó desde el movimiento feminista organizado, pero hubo que contar con el apoyo de los sindicatos para dotarla de respaldo legal.

2º Aunque legalmente los sindicatos convocasen a mujeres y hombres, los movimientos feministas llamaron tan sólo a las mujeres a hacer la huelga.

3º No sólo se trataba de una huelga de un sector productivo, sino que abarcaba trabajo remunerado, no remunerado (cuidados), de estudiantes y consumo.

4º Las reivindicaciones no eran específicas y dirigidas a alguien definido. Se trataba de visibilizar y reclamar un cambio al conjunto de la sociedad.

Estas características contribuyeron a que se generase debate, generando especial polémica los dos primeros puntos. Si la igualdad es una cuestión de derechos humanos y de justicia social, que afecta a la sociedad en su conjunto, ¿no deben los hombres implicarse en su reivindicación? ¿Cuáles fueron los motivos para convocar sólo a las mujeres?:

1º Para visibilizar que somos precisamente la mujeres las que sufrimos en mayor medida la precariedad laboral y asumimos el trabajo invisible y no valorado. Que nuestro trabajo es fundamental, «si nosotras paramos, se para el mundo».

2º. Porque hasta ahora se ha silenciado sistemáticamente la voz de las mujeres, lo que provoca una falta de empoderamiento. Necesitamos tener una voz propia, y exigimos que se nos permita decidir la estrategia que deseamos seguir para reivindicarnos sin necesidad de que nos den lecciones de política.

Por tanto, los hombres deben apoyar el feminismo pero no liderarlo. El hecho de estar legalmente convocados por los sindicatos, pero no por el movimiento feminista, provocó confusión en muchos hombres que deseaban solidarizarse. Por eso fue necesario elaborar decálogos de actuación. Listas mediante las cuales se interpelaba a los hombres: es fundamental vuestro apoyo, estas son las acciones que podéis hacer para hacer ver que esto también va con vosotros.

Otro punto que ha provocado confusión fue el hecho de que los sindicatos se sumasen a una convocatoria ya hecha para darle respaldo legal. Mi percepción es que la información dada por éstos, su seguimiento y su apoyo ha sido insuficiente. Los sindicatos mayoritarios tan sólo convocaron paros de 2 horas por turnos, que ni siquiera coincidían entre ellos. Aunque varios minoritarios sí convocaron la huelga de 24 horas, muchas mujeres no se han atrevieron a hacerla debido a la desconfianza o a que se encontraron obstáculos por parte de sus empresas, sin que nadie que las defendiese.

Se suele decir que debe respetarse a quien decide no secundar la huelga, que hay quien, por su situación de especial precariedad no se lo puede permitir. Me parece respetable que quien lo decida no lo haga, pero cuando esa decisión no se toma libremente sino por el miedo a las represalias, ¿quién es realmente quien presiona y no respeta? ¿Asumimos que las represalias son normales? Las rondas de preguntas los días anteriores a la huelga; vivir con la amenaza de que te echen del trabajo o simplemente señalarte en la empresa; las declaraciones del PP y de Ciudadanos. Esos son los auténticos piquetes y las auténticas coacciones.

A pesar de todo, esto no frenó la gran movilización del pasado 8 de marzo. Comprobar que no se trata de cuatro exaltadas, sino de una inmensa parte de la población que reclama derechos, ha sido vista por algunos partidos políticos como una oportunidad para poder sacar rédito electoral. Incluso el partido del Gobierno, que con sus políticas y sus declaraciones viene demostrado su oposición a cualquier avance en materia de igualdad, ha matizado su posición y afirma ahora apoyar las proclamas feministas.

La demostración de fuerza generada ha conseguido que el feminismo se introduzca en la agenda de los medios y en la agenda política. Es el momento de hacer propuestas concretas de cambio. Tenemos una oportunidad para que nuestras reivindicaciones se materialicen, por lo que, tras la euforia provocada por el éxito, toca pensar en el futuro.