Entiendo que la vida no siempre es fácil, que no es posible, en todas las ocasiones, trabajar en lo que nos gusta o encontrar un ambiente laboral adecuado. También estoy de acuerdo en que los salarios pocas veces están a la altura de los esfuerzos y capacidades que exige el desempeño de la actividad profesional ( aquí hago un inciso para lamentar lo excesivamente bien pagados y la ausencia de responsabilidad sobre su gestión de algunos altos cargos y su absoluta falta de preparación para desempeñar las tareas al frente de las cuales los votantes o las relaciones de partido les han puesto) Todo lo anterior podría explicar la desgana y escasa productividad de muchos trabajadores y, desde mi perspectiva, evidenciaría que alguien ha hecho mal su trabajo de selección o que los empleadores inteligentes deberían entender de una vez por todas que sus trabajadores son su mejor intangible y merecen un salario justo si se pretende que sean eficientes y productivos. Lo que no cabe en mi cabeza es la falta de interés y motivación o la desgana en los funcionarios públicos.

Parto de la base que nadie es forzado a presentarse a una oposición o concurso y que el trabajo en la administración pública tiene una peculiaridad especial. El empleador, así como el beneficiario de los servicios en este caso, somos todos nosotros con nuestros impuestos directos e indirectos, aunque quien seleccione a los candidatos sea una persona física o una comisión.

Es cierto que la crisis ha golpeado también a los funcionarios; pues tan solo la banca y las grandes fortunas han sido favorecidos por los desmanes económicos llevados a cabo por halcones insaciables y políticos corruptos al frente de las instituciones de gobierno y de control, pero lo más importante es que los funcionarios tenemos asegurado el cobro de nuestros salarios al final de cada mes y eso, en los tiempos que corren, no es poco y debería bastar para trabajar diligentemente.

En el marco anterior no entiendo que nadie deje de cumplir sus obligaciones con excusas de desánimo o falta de motivación ¿Un salario previamente aceptado y cobrado puntualmente no sería motivación suficiente para cualquier trabajo? La verdad es que me duele el abuso en cualquier situación, pero aún más en los trabajadores públicos y lo peor, es que quienes se confiesan desilusionados lo hacen al amparo de la impunidad que les ofrece el estatuto de la función pública a sabiendas que muchos de sus comportamientos, en la empresa privada, conllevarían la pérdida de su puesto y un finiquito fulminante.

Debemos luchar por una administración pública competente y responsable, totalmente independiente de los poderes públicos y las influencias de los partidos (sin que esto signifique en lo absoluto que los funcionarios, como ciudadanos, no tengan sus propios puntos de vista y voten en conciencia lo que estimen mejor) y, eso sí, ilusionados por su trabajo de servicio público.