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El santo Sepulcro de Jerusalén en Valencia

La Orden de Caballería del Santo Sepulcro de Jerusalén tomó parte activa en las luchas contra los musulmanes, junto a las órdenes del Temple y el Hospital, en razón a ello -explica Mata- Jaime I recompensó a la Orden «con la fundación y espléndida dotación de la Basílica de San Bartolomé en Valencia». Fue «en renumeracion de los servicios hechos al Rei acompañándole en la conquista, eran los mas interesados en que una de las Iglesias Parroquiales tuviesse el titulo de su misma religion del Santo Sepulcro; i teniendole ya de tantos siglos atrás la Basilica, hubieran suplicado por su conservación al mismo Rei, i al Arzobispo», explicaba Sales. Martínez Aloy cuenta que los caballeros sepulcristas «erigieron un altar semejante al de la Iglesia de Jerusalén».

Este es un dato seguro en la historia de la Iglesia Colegiata de san Bartolomé, de cuya existencia física queda en la calle Serranos su torre campanario, de Juan Bautista Pérez Castiel. Un incendio destruyó en 1515 «una arca llena de Bulas i Privilegios, con que los antiguos Pontifices avian honrado, i aun exaltado este Santuario», cuenta Sales, muchas de las concesiones papales hechas a petición de los Jurados de la Ciudad. Ello nos priva de conocer a fondo su rica e interesante historia.

El templo fue indebidamente derruido tras la pasada guerra civil con la excusa de que quedó muy mal parado con el incendio y saqueo que sufrió a cargo de los pirómanos de lo religioso. Debió primar el interés de la especulación, pues su solar se situaba en un lugar privilegiado. La Real Academia de Bellas Artes sólo logró salvar el campanario.

La demolida iglesia fue construida junto a la preexistente capilla del Santo Sepulcro que para la mayoría de los historiadores se remontaba a los primeros siglos del cristianismo en Valencia, la cual fue levantada sobre el solar del templo romano dedicado al dios Baco, siendo probablemente la primera cristiana de Valencia según el Marqués de Cruilles, dedicada al Salvador, pero popularmente conocida desde entonces por Santo Sepulcro.

Los primeros monjes moradores del cenobio fueron Basilios. Durante la dominación islámica, los árabes respetaron el lugar, su comunidad y culto, probablemente porque era la Capilla del Santo Sepulcro y los musulmanes tienen gran respeto por los lugares de enterramiento de santones. En esta capilla se dice que fue bautizado san Pedro Pascual.

Tardíamente surgieron los historiadores negaban la posible existencia de la capilla del Santo Sepulcro antes de Jaime I, sino que ésta nacería a partir de una mezquita convertida en parroquia. Roc Chabás, defensor a ultranza de esa exclusividad de iglesia mozárabe durante la hegemonía islámica fue uno de los defensores de la nueva tesis.

Cárcel Ortí refiere que fue en 1238 cuando canónicamente se adjudicó a la Orden del Santo Sepulcro y con dicha advocación la iglesia. Y añade: «Quedó como vestigio de esta posesión el título y uso de su cruz patriarcal que conservó esta iglesia por la agregación de la antigua capilla del Santo Sepulcro a la Basílica de san Juan de Letrán€ La antigüedad de la invocación de san Bartolomé se remonta probablemente al año 1308».

La encomienda de la iglesia a la Orden terminó en 1458, pasando a manos del clero secular. Sixto V en 1590 agregó el templo a la Basílica Lateranense, usando desde entonces el título y las insignias de iglesia «Patriarcal»; privilegio que por otra parte, se presumía ya por la vinculación histórica con la Iglesia Madre del Santo Sepulcro de Jerusalén. En 1666 se reedifica dándole el aspecto que conservó hasta su derribo.

Los Canónigos seglares de la Orden del Santo Sepulcro de Jerusalén erigieron en el diminuto templo «un altar semejante al de la iglesia de Jerusalén», cuenta Martínez Aloy, en el que depositaron los restos mortales de los mártires san Juan de Perussa y san Pedro de Saxoferrato, frailes italianos que osaron evangelizar la ciudad en el tiempo previo a la conquista.

En el siglo XVII fue construido un nuevo templo, al que se incorporó la antigua capilla del Santo Sepulcro. La iglesia fue decorada con pinturas de Juan de Juanes, Ribalta, Garnelo, Soler, Romero y Antonio Cortina. Según Elena Such «fue una pieza destacada de la arquitectura valenciana religiosa del s. XVII hasta su derribo, en 1941€ De las tres portadas que disponía la colegiata, una de ellas se encuentra en la Escuela de Artes y Oficios de Burjassot, la segunda en la iglesia parroquial del barrio de San Marcelino y una tercera puerta no se sabe con exactitud donde pudo ser colocada».

En 1893, había diez Caballeros de la Orden en Valencia. Dada la devoción popular que siempre había existido en Valencia por el Santo Sepulcro, solicitaron autorización para poder reunirse en Coro con el fin de celebrar con toda solemnidad - revestidos con sus hábitos e insignias - los Oficios de Semana Santa y otras festividades. De los diez, en la guerra mataron a ocho.

En 1903, Pío X, a petición del Capítulo Provincial de la Orden Militar del Santo Sepulcro, elevó esta Iglesia Parroquial y Patriarcal de San Bartolomé y San Miguel, al rango de Colegiata ad Honorem y Dignidad de la Orden Sepulcrista. Su clero fue autorizado para usar los hábitos canonicales intra et extra templum y preceder a todas las parroquias de la ciudad en los actos oficiales.

En 1941, demolida la iglesia, fue trasladada la Iglesia Colegiata a su actual emplazamiento en la avenida Antiguo Reino de Valencia «con todos sus títulos y privilegios», donde en 1966 quedaría concluido el nuevo edificio, que tiene dedicada una Capilla al Santo Sepulcro, con un gran fresco del pintor valenciano Ricardo Llorens Cifre alusivo al Santo Entierro, y conserva una reliquia, una pequeña piedra, del Santo Sepulcro de Jerusalén, la cual es exhibida, venerada y dada a besar el Sábado Santo por la mañana.

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