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La palabra toma parte

Setenta y cinco años hace ya de la muerte de Miguel Hernández y veinticinco de la de Vicent Andrés Estelles, cuando el Centre del Carme nos invita a la exposición sobre la obra de ambos, «La palabra toma parte». Miguel, murió con sólo 31 años y estremece pensar el caudal de arte que su cuerpo joven se llevó a la tumba. Nació en 1910 en Orihuela, mientras Vicent lo hizo catorce más tarde en Burjassot, sin llegar a conocer al poeta oriolano por la pronta muerte de este a consecuencia de la tuberculosis derivada de su estancia en la cárcel de Alicante. En la exposición puede leerse las palabras de Estellés, «Per tu, amic meu, que mai no he conegut, que mai no he vist, però que et sent a prop meu, del meu dolor més gran», y los poemas que le dedica, como la «Elegia» o la «Epístola».

Miguel, desde su encierro, donde siente que solo la sombra le alumbra, dedica, su bellísima, «Nanas de la cebolla», a su esposa Josefina, que alimentada con tan sólo pan y cebolla, tiene apenas leche para amamantar a su hijo, recién nacido. Por su lado, Vicent, años más tarde, pierde la hija que tuvo con Isabel, con tan solo 4 meses de vida -luego tuvo otros dos hijos, Carme y Vicent- y en, «Cançó de bressol», escribe, «Jo tinc una Mort petita, meua i ben meua només. Com jo la nodresc a ella, ella em nodreix igualment». Dos dramáticas experiencias que marcan la obra poética de ambos.

La opción de Estellés por el valenciano la analiza Joan Fuster, al redactar la introducción de su Obra Completa, afirmando que se trataba de, «un xicot innocent de Burjassot, que estudiava periodisme a Madrid, havia d'escriure en castellà i segons els cànons», y que su evolución, «no fou cosa de vint-i-quatre hores. No canviem de llengua com de camisa: a tot estirar, canviem de llengua com de pell, de manera lenta i parcel.lada, biològicament comportable». Más tarde, Vicent Andrés Estellés, tras dejar la labor periodística al ser destituido como redactor jefe de Las Provincias en 1978, se dedica principalmente a su obra poética.

Miguel Hernández, finalizada la guerra civil, escribe la pieza dramática, «El labrador de más aire», sobre la vida de campo que bien conoce, y trata el periodo desolador de la posguerra, «Cancionero y romancero de ausencias». Muere de amor, cantando, escribiendo, como había profetizado, poco antes de su muerte. Por su parte, Vicent Andrés Estellés, en el «Llibre d'exilis», escribe, «He perdut mitja vida aprenent certes coses que cap servei no em fan. Ara sé. Per aixó calle o bé dic a penes. Vaig. Vaig on dec anar, on vaig exactament. Los dos, Hernández y Estellés, toman la palabra para mostrarnos el camino, falta hace escucharlos.

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