«Al mundo del poder sólo le interesa el poder, el poder y la propiedad. No la libertad, ni la justicia, ni el alma europea». Rob Riemen (Para combatir esta era. 2018)

Entre aclamaciones y unanimidad se enturbia la luna de miel entre empresarios y políticos. Por un lado, el alineamiento de las patronales contra la injusta financiación de la Comunitat Valenciana que mantiene el PP, suscita el pataleo de Isabel Bonig y de su partido. Formación política que amaga con escatimar las subvenciones a las patronales. Reconciliación en casa de unos y de otros para recomponer el idilio de siempre. Por otro, repliegue y ofensiva para dividir a los socios del Consell—PSPV, Compromís-- mientras se recrudecen las hostilidades del recompuesto frente populista (PP y Cs) de derechas ante las elecciones municipales y autonómicas de 2019. Como guinda la contumaz insistencia de Salvador Navarro, presidente de la nueva patronal autonómica, para que los cuatro diputados de Compromís en Madrid -a las órdenes de Joan Baldoví- aprueben con sus votos los inciertos presupuestos de Mariano Rajoy. ¿Por qué no lo hacen los representantes del PSPV que son seis?

? Diana política. La actitud que ha distinguido al Consell del Botànic, presidido por Ximo Puig, ante el factor empresarial, es el desconocimiento, la indecisión y el fracaso. Los consellers de Economía, Rafael Climent y de Hacienda, Vicent Soler, tienen competencia. Desarbolado el movimiento empresarial valenciano por el desconcierto—a raíz de la extinción del padrinazgo político del PP—el efecto se derivó a la actitud del gobierno progresista hacia Cámaras y patronales. Consigna: ser condescendientes para que nos acepten en los cubículos del poder. ¿A qué viene el replanteamiento del contencioso prefabricado acerca de las malas relaciones del gobierno valenciano con los empresarios? ¿Son los empresarios el problema político del País Valenciano? ¿La autonomía es motivo de animadversión para los empresarios? ¿Hubo un estamento dirigente capaz de orientar los destinos del país? Sí lo hubo, pero tenía principios y no era cómodo para quienes mandaban en Madrid. Las entidades económico-empresariales no han tenido un perfil tan bajo, de participación y liderazgo, a lo largo de la historia.

? Nunca dividir. Es difícil vislumbrar si es mayor la debilidad en el mestizaje político—PSPV/Compromís—o la incertidumbre en el magma empresarial doméstico. Con la Confederación Empresarial de la Comunitat Valenciana (CECV) recién constituida y prendida con alfileres, no parece el momento idóneo para desempolvar conflictos. Los empresarios exhiben talante conservador nada liberal. Sociológicamente son de derechas. El mundo empresarial no es democrático en organización ni en funcionamiento. El jefe siempre tiene razón. Los empresarios están siempre tentados por la política. Deberían volver a sus esencias liberales para convertir la independencia en razón de su fortaleza. Su papel en la sociedad no es dividir ni provocar enfrentamientos entre facciones políticas. Aprender a moderar el ejercicio del poder es una de sus tareas pendientes. Los políticos son efímeros y las empresas permanecen. Tienen como misión aportar estabilidad al sistema y contravienen su compromiso de imparcialidad, cuando toman partido.

? Motivos. Los empresarios que lideran las organizaciones ignoran de dónde vienen y sus circunstancias. Tras la etapa precedente, en la que las entidades empresariales no se han distinguido por su ejemplaridad ni por sus éxitos, la prudencia aconseja replegarse. Depurar actuaciones poco edificantes -ferias, SGR, quiebra de Cierval y sus socios de Alicante y Castelló, precariedad cameral, oscurantismo ante las corruptelas- y reemprender el camino con firmeza y valentía, desde la independencia. La necesidad de tener las manos libres es insoslayable. Ni contubernios, ni complicidades, ni vinculaciones procelosas. La política, la economía, los intereses empresariales, el bien común y las afinidades son compartimentos estancos. Primero, reconocer los orígenes. Segundo, incorporar líderes con autoridad empresarial. Tercero, purgar los errores. Cuarto, asumir responsabilidades. Quinto, protagonizar un mensaje de optimismo, concordia y diálogo en el proyecto de país.

? Ser o tener. Los empresarios tienen derecho a militar en el partido que quieran, pero sin comprometer al colectivo ni a las instituciones. A finales del siglo XX proliferó la teoría, nunca escrita, por la que las patronales han de estar en la órbita de los partidos de derechas. Un error con alto coste. Los gobiernos rigen los intereses públicos y los empresarios intereses privados. Si se admiten subvenciones en los presupuestos anuales, la independencia se supedita a las indicaciones de los gobernantes de turno. A riesgo de vincular sus veleidades a las conveniencias en clave electoral. La separación de poderes empresariales se dirime entre patronales y Cámaras Oficiales de Comercio, tuteladas por la Generalitat. Relación con el poder político regulado en la Ley de Participación y Representación Institucional para organizaciones empresariales y sindicatos. Pendiente de ser modificada en las Corts Valencianes. Nueva oportunidad legislativa democrática de equidad. ¿Sabrán aprovecharla?