Los tecnólogos persiguen el ADN de Jesucristo, lo que ha provocado ansiedad en ciertas ortodoxias religiosas que se han considerado propietarias exclusivas de la figura de Cristo, y entusiasmo en ciertas ortodoxias, presuntamente laicas y puras, que creen que al rastrear el material genético de Jesús y de las personas que tuvieron contacto con él, se podrá mostrar, por fin, que «el sentido y naturaleza de las religiones es la generación de mitos que se autodefienden como los virus». Así se expresa el artículo publicado en estas páginas el pasado Jueves Santo por Juan Ezequiel Morales bajo el título Jesucristo y el ADN, que concluye que «Jesucristo no era divino, sino una producción social». No cabe duda de que la investigación genética está acreditada para ocuparse de Jesús de Nazaret, con la misma validez que lo hizo la historia, la hermenéutica, la sicología o la filosofía.

Los historiadores han indagado sobre las distintas figuras del Jesús histórico en el contexto palestino del siglo I, de acuerdo con los criterios de historicidad consensuados en cada momento. Y de este modo, se iluminó la clase de persona que era: un hombre sin hogar, sin propiedades, trashumante, marginal, sin oficio ni beneficio, amigo de marginados y parias; se identificaron sus funciones: profeta carismático, taumaturgo, crítico con la autoridad tradicional, azote de los ricos y poderosos, maestro itinerante de sabiduría; y se determinó la imagen pública que proyectaba: un hombre bueno que curaba, un posible mesías, un comedor y bebedor. Los historiadores serios no pretendieron nunca toparse con Dios, sino que se conformaron con advertir, por lealtad a sus competencias, que era una persona fuera de lo común. El autor del artículo, que se presenta «no anclado con ningún tipo de creencias», cree que el mejor modo de entender el cristianismo es desde el Dios colérico, arbitrario, cruel del Antiguo Testamento que no se corresponde con la enseñanza profética, que motivó su ejecución.

El enfoque hermenéutico contuvo al historicismo, al mostrar que tras los datos históricos había sensibilidades, valoraciones, sentimientos e intereses personales y comunitarios; lo que obligó a distinguir entre el Jesús histórico-empírico y el histórico-existencial. Pero sobre todo enfatizó que algo sólo puede afirmarse como verdadero cuando se introduce en el mundo de la persona y los datos históricos son relevantes si tienen importancia para la vida de hoy. Así, desde Latinoamérica el Nazareno responde a todas las formas del sufrimiento humano; desde el feminismo, pone en marcha un movimiento de discipulado entre iguales; y desde el pensamiento europeo ilustrado responde a los dilemas humanos y políticos de hoy. El autor del artículo, por el contrario, en lugar de ver qué posibilidad abre para la existencia humana de hoy, se distrae en mostrar que es simple y llanamente un mito.

Ha llegado la hora de la aproximación genética al Jesús histórico, que permite la tecnología actual; llega en un momento en que la sicología cuestiona la existencia de un sujeto cerrado y autónomo frente a la sociedad; la filosofía cuestiona la distinción entre la interioridad como dominio privado, y la exterioridad como dominio público; y las religiones intentan superar la división entre un mundo terrestre frágil y corporal, y por otra parte un mundo espiritual donde se produce la perfección suprema y la luz verdadera. Desde sus orígenes, el cristianismo vio en el movimiento gnóstico, que negó la condición humana y corporal de Jesús de Nazaret, su principal enemigo. Les resultaba más fácil creer que Jesús era Dios, que aceptarlo plena y radicalmente humano. El papa Francisco ha denunciado la actual fascinación del gnosticismo, que propone una salvación meramente interior sin llegar a asumir, sanar y renovar las relaciones con los demás y con el mundo. Cualquier averiguación en la estructura corporal del Nazareno, en su composición anatómica o en sus dinamismos biológicos debe ser celebrada, ya que ayudará a superar el desprecio del cuerpo, que subyace a muchas espiritualidades, y a su actual mercantilización. La aproximación genética mostrará que fue uno de los nuestros en sentimientos, motivaciones, procesos biológicos, lo que no podrá demostrar es que su fidelidad a Dios acaba en resurrección.

No sobran los intentos genéticos por buscar el ADN de Jesús de Nazaret, pero si realmente se intenta la clonación se puede encontrar en los que defienden a los empobrecidos, rescatan a náufragos, crean espacios de recuperación de la decencia colectiva, proclaman historias de vida buena y feliz y son portadores de sueños no sólo para los de dentro sino también para los de lejos, no sólo para los que pueden ver y oír, sino también para los que ni oyen, ni ven. Se encontrarán en esa zona fronteriza donde se mezclan los mundos, las tierras y los cielos, lo divino y lo terrestre, la perfección y el límite. Si la aproximación histórica puso en duda concepciones puramente dogmáticas sin fundamento real, la aproximación genética cuestionará convicciones que no son realistas ni creíbles, probablemente las mismas que se rechazan en el artículo.