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Palabra curativa

Qué gran invento el de los médicos de cabecera o de familia! El mío, Rafael Talens, tenía una cualidad notable: sabía disolver la angustia del paciente con un comentario salaz o disipado. Una vez fui a la consulta, lleno de espanto, como titular de un problema venéreo que me producía un picor insoportable. Le describo el problema y su origen y me interrumpe: «¿Que has follat en Setmana Santa?».

Un amigo, Joan, me cuenta que, por poco, pierde la vesícula (biliar) sin que hubiera en ella ninguna avería. Se presentaba ante el médico, le describía los dolores y aguardaba la receta. Los médicos, uno tras otro, le advertían que tendría que hacerse a la idea de una extirpación quirúrgica. Hasta que se presentó en la consulta de un doctor que le dijo: «¿Me puede decir dónde tiene el dolor?». «Aquí, en la vesícula». «Ahí esta el ciego, no la vesícula». Y a partir de ahí le aplicó otro tratamiento, eficaz y sin cirugía.

Y todo porque médico y paciente hablaron. Y se escucharon. Ya sé que la medicina industrializada no favorece precisamente este tipo de comunicación, pero no es sólo en los monólogos del psicoanálisis, punteados por observaciones del analista, donde se revela el poder curativo de la palabra. Sabemos que cualquier problema se limita y reduce en cuanto se habla de él. Algunos sostienen que también la literatura es, por eso mismo, curativa, aunque el locuelo de James Ellroy sostiene que fue Dios en persona quien le pidió que cultivara el don que había recibido: «Por eso tengo una capacidad de trabajo sobrenatural». Claro, todo esto se compadece mal con los anunciados recortes de la sanidad pública, condenada a ejercicios médicos similares a la vacunación masiva de una nueva leva de reclutas. Vivimos demasiado para el gusto de los más ricos y nos encanta espicharla en nuestra casa, aunque Luis María Linde, el del Banco de España, se apresura a ponerle remedio: la casa propia es una renta diferida (como la indemnización de Luis Bárcenas). No os quejéis de las pensiones y devolvedle la casa a su propietario: el mercado.

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