Los presupuestos son un palo para la Comunitat, los pinten como los pinten. Son una auténtica vergüenza». Así se expresaba el presidente de la patronal CEV para describir los Presupuestos Generales del Estado para 2018, unos presupuestos teñidos de azul y naranja. Sirva esta afirmación como muestra de que el creciente sentimiento de malestar y marginación del pueblo valencianos ante los designios de los partidos en sede en Madrid es un hecho incontestable. Y sirvan también estas afirmaciones para corroborar que a los de Albert Rivera y Toni Cantó pareciera que de tanto hablar de Cataluña se les han olvidado los valencianos.

Pero llegados aquí, surgen una serie de preguntas: ¿Por qué los empresarios se quejan amargamente de los PGE? ¿Por qué existe un consenso social acerca de la marginación a los valencianos? ¿Por qué fue un éxito la manifestación por una financiación justa y unas inversiones dignas? A nuestro modo de ver, la razón fundamental que se halla debajo del malestar es la creciente desigualdad. La desigualdad vista en términos sociales, en términos de género y en términos territoriales, entre otras muchas de sus vertientes.

A nadie se le puede escapar que la gestión económica de estos años ha pasado por un aumento de la desigualdad, pero parece que nadie quiere poner sobre la mesa que en España se está produciendo una concentración de riqueza en términos territoriales. Y esta situación, lo que está produciendo es un atraso relativo entre los territorios De hecho, la Comunitat, que en 1980 estaba casi en la media en término de PIB per cápita, hoy ha retrocedido hasta 10 puntos. No ha habido convergencia en términos de PIB per cápita entre comunidades autónomas entre 1980 y 2016.

Decía Mónica Oltra que España se rompe por los PGE. Y no le faltaba razón. Para Compromís, los PGE deberían ser una herramienta para cohesionar la sociedad. En cambio, los de azul y naranja, año tras año se empeñan en aumentar las desigualdades creando una España de lo que se ha denominado eufemísticamente dos velocidades y que en definitiva implica una España rica y una España pobre. Sumemos, entonces, un 30 % menos de inversión de la que nos correspondería a los valencianos en conjunto para 2018.

Cuando desde Compromís pedimos un trato justo para la Comunitat, lo que estamos denunciando es que no hay justicia sin igualdad, que no hay justicia sin unas políticas públicas para desarrollar económicamente los territorios más pobres. Lo que pedimos es que los partidos con sede en Madrid entiendan que el desarrollo económico de la Comunitat es también el desarrollo económico de todo el estado.

La desigualdad es el principal elemento de corrosión de las sociedades y las instituciones, y es aquí donde nos encontramos. Ciudadanos y el Partido Popular se encuentran en una carrera frenética por ver quién de los dos es el mejor defensor de la unidad de España. Mientras eso ocurre, de tanto hablar de Cataluña pareciera que se han olvidado de los valencianos.