Hay muchas lecturas de lo que está sucediendo con la ley penal y los jueces, pero hay dos que también deberían ser consideradas. La primera, que en Europa ningún país es ya independiente a la hora de juzgar a los suyos, lo que es tanto como decir que la soberanía nacional ha dejado de existir. La segunda, que el obsoleto independentismo catalán se está metiendo hasta el fondo en la trampa de la legalidad, en la que a la postre tiene todas las de perder, pues el procés consiste en saltársela. O sea, al poner todo su empeño en librar a sus dirigentes de condenas penales graves se está condenando a no salirse mucho de la raya en el futuro, so pena de dilapidar el exiguo capital ahora logrado. En Europa, a diferencia de lo que muchas veces sucede en España, las trampas se pagan. Un escenario con el soberanismo restituido a regañadientes a la legalidad sería el mejor de los posibles.
